



Con el Mundial de Clubes 2025 a la vuelta de la esquina, Boca Juniors y River Plate se preparan para afrontar un desafío inédito: representar al fútbol argentino en el torneo más ambicioso a nivel de clubes jamás organizado por la FIFA.
Por primera vez, el certamen contará con 32 equipos y se desarrollará en Estados Unidos, adoptando un formato similar al de una Copa del Mundo de selecciones. El sorteo de grupos dejó sensaciones encontradas para ambos gigantes del fútbol sudamericano, que tendrán que medirse con rivales de jerarquía y de diferentes continentes.
El desafío del Grupo C para Boca
Boca Juniors quedó encuadrado en el Grupo C, junto al Bayern Múnich de Alemania, el Benfica de Portugal y el Auckland City de Nueva Zelanda. Un grupo que a simple vista parece exigente, con dos pesos pesados del fútbol europeo y un representante oceánico que, pese a su menor cartel, tiene experiencia mundialista.
El conjunto de La Ribera tendrá uno de los debuts más esperados del certamen: se enfrentará nuevamente al Bayern Múnich, casi 25 años después de aquella recordada final intercontinental de 2001. En aquella ocasión, el conjunto bávaro se impuso con un gol en tiempo suplementario. Ahora, el contexto es diferente, pero el desafío igual de grande. El Bayern llega con una plantilla de renombre, liderada por Harry Kane, con promesas como Jamal Musiala y un técnico nuevo: Vincent Kompany. A pesar de haber vivido una temporada 2023/24 sin títulos, el Bayern sigue siendo un coloso europeo, con capacidad de dañar en todos los frentes.
El segundo rival de Boca será el Benfica, un equipo que ha vuelto a tener protagonismo en Europa en los últimos años. El club portugués cuenta con una base sólida y una notable influencia argentina: Otamendi y otros jóvenes como Rollheiser y Prestianni forman parte del plantel. Benfica propone un juego de posesión y presión alta, y si bien no tiene el poderío financiero de otras potencias europeas, su cohesión táctica lo convierte en un rival de sumo cuidado. En este encuentro, Boca deberá apelar a su garra, su tradición copera y un mediocampo que controle los tiempos del partido.
El cierre de la fase de grupos para el Xeneize será frente al Auckland City, el multicampeón de Oceanía. Si bien en la previa parece el partido más accesible, los antecedentes indican que es un equipo disciplinado, con experiencia en torneos FIFA y acostumbrado a competir contra rivales superiores. La clave para Boca estará en mantener la concentración y no dar margen a la sorpresa.
River, ante un grupo con diversidad de estilos
River Plate integrará el Grupo E, que también promete emociones fuertes. Compartirá zona con el Inter de Milán (Italia), Monterrey (México) y Urawa Red Diamonds (Japón), tres rivales de distintas escuelas futbolísticas, todos con historial internacional.
River Plate también tendrá su bautismo en el torneo ante un oponente exótico: los japoneses del Urawa Red Diamonds. El conjunto asiático ha ganado varias veces la Champions League de la AFC y es uno de los clubes más populares de Japón. Su estilo de juego combina velocidad, prolijidad táctica y buen manejo del balón. River deberá imponer su jerarquía desde el inicio, presionar alto y no dejar crecer a un equipo que puede complicar si se lo subestima.
Luego, el Millonario se medirá con Monterrey, un rival con el que ya existen antecedentes en torneos internacionales. El club mexicano es uno de los más fuertes de la CONCACAF, y posee un estilo de juego intenso, físico y directo. Este cruce se perfila como uno de los más parejos del grupo, y posiblemente sea determinante en la lucha por los primeros puestos. River necesitará sostener el ritmo durante los 90 minutos y aprovechar su mayor experiencia en instancias decisivas.
El plato fuerte del grupo llegará en la última jornada, cuando el conjunto dirigido por Marcelo Gallardo enfrente al Inter de Milán. Los italianos atraviesan un momento de consolidación, con un plantel equilibrado y un técnico que ha sabido revitalizar a la institución. Entre sus figuras destacan Lautaro Martínez, Nicolò Barella y varios jóvenes talentos que vienen asomando. El Inter es, sin dudas, el rival más temido del grupo y uno de los candidatos al título. Para River, será una prueba de carácter y de madurez competitiva.
Una fase de grupos que no perdona errores
Desde lo estratégico, tanto Boca como River deberán planificar con inteligencia cada partido. La estructura del torneo, con solo tres encuentros en la fase de grupos, no deja margen para errores. Un tropiezo puede significar la eliminación temprana. El formato obliga a salir a buscar resultados desde el primer minuto, lo cual representa un cambio respecto al ritmo habitual de las copas sudamericanas.
Otro factor para tener en cuenta será la adaptación al clima y a la logística estadounidense. Las distancias entre sedes y el calendario apretado exigirán planteles con buena rotación, preparación física óptima y profundidad en el banco. Ambos equipos argentinos cuentan con cuerpos técnicos experimentados, que saben lo que significa competir a nivel internacional. Sin embargo, la exigencia del Mundial de Clubes será diferente a todo lo anterior.
Un posible Superclásico en instancias decisivas
En cuanto a los posibles cruces en la siguiente fase, si Boca y River logran superar sus respectivos grupos, podrían enfrentarse en cuartos o semifinales, dependiendo de su posición final. Un Superclásico mundialista es una posibilidad real y sin dudas sería un evento sin precedentes, con una audiencia global y una carga emocional que excede cualquier cálculo.
La participación de Boca y River no solo representa una oportunidad deportiva, sino también un desafío institucional. Los clubes deberán mostrar que pueden competir contra organizaciones que multiplican su presupuesto, que tienen estructuras modernas y ligas más desarrolladas. Pero si algo ha demostrado el fútbol argentino es que, en la cancha, los nombres y los millones no juegan solos. La historia, el temperamento y la pasión pueden equilibrar la balanza.
Boca y River, cara a cara con la historia
Este Mundial de Clubes será, en definitiva, una prueba de fuego para el fútbol sudamericano. Y Boca y River, con su legado y su hambre de gloria, tendrán la responsabilidad de defender esa bandera. El sueño de volver a ver a un equipo argentino en la cima del mundo está más vivo que nunca.





