El peronismo está preso y con tobillera

Política01/11/2025
peronismo

Una de las más famosas frases de Juan Domingo Perón decía: "Los peronistas somos como los gatos: cuando hacemos mucho ruido la gente cree que nos estamos peleando, pero en realidad nos estamos reproduciendo". Y este momento, particularmente después de la nueva carta pública de Cristina Kirchner, es de mucho ruido interno.

Sin embargo, nadie se animaría dentro del peronismo a afirmar que de las peleas y reproches cruzados sobre quién fue responsable de la derrota electoral pueda surgir una síntesis armoniosa que devuelva al peronismo al poder en 2027.

Por el contrario, hoy, como nunca antes, se escuchan reproches contra Cristina, incluso por parte de dirigentes que históricamente la han defendido. Y hay gobernadores que atribuyen la derrota al rechazo que genera la figura de CFK en el electorado. Ya el mismo domingo de la elección, hubo críticas por el gesto de la ex presidente de salir al balcón de San José 1111 a saludar a la militancia, bailando en gesto festivo.

Desde Héctor Daer, principal dirigente de la CGT, hasta referentes mediáticos del kirchnerismo, como Roberto Navarro, cuestionaron en duros términos esa actitud, a la que interpretaron como un gesto de hostilidad dirigido al gobernador Axel Kicillof.

Y la carta de la ex presidente, que termina, como es habitual, con un pedido de unidad, tuvo el efecto absolutamente contrario al buscado, al punto que se puso en duda la continuidad de los funcionarios leales a Cristina en el gobierno bonaerense. Es una situación que trajo reminiscencias de las renuncias de ministros "cristinistas" al gabinete de Alberto Fernández tras la derrota en las PASO de 2021.

Lo cierto es que el documento de la ex presidente es un extenso punteo de reproches a la facción del peronismo que no se alineó con su postura sobre el desdoblamiento de la elección nacional y la provincial. Como ironiza el politólogo Lucas Romero, el mensaje de Cristina se puede sintetizar así: "Yo tenía razón con el desdoblamiento; yo ya dije lo que había que hacer; yo soy una perseguida política; necesitamos dirigentes como yo; yo sé mucho de historia".

Además, varios analistas resaltaron el hecho de que, en la elección legislativa, a diferencia de lo que había ocurrido en la provincial, el armado de las listas de candidatos corrió por cuenta de la propia CFK. Y que durante la campaña hubo gestos claramente hostiles hacia el Kicillof, como cuando Máximo Kirchner dijo en un acto junto a Mayra Mendoza que había una discriminación contra el partido de Quilmes a la hora de priorizar obras públicas del conurbano.

"No se esperaba que públicamente saliese a patear en el piso a Kicillof de esa manera. El gobernador está muy enojado por la carta. En La Plata afirman que son argumentos amañados, en un intento más por la molestia que produce en La Cámpora y el entorno de Cristina que él intente emanciparse y construir su proyecto presidencial", afirmó el politólogo Robertino Sánchez Flecha.

La hora de los mini gobernadores

Una prueba de la gravedad del momento es que el análisis de Cristina está siendo cuestionado. Ya desde antes de conocerse el resultado electoral, los intendentes bonaerenses dejaban entrever su disgusto por la imposición de candidaturas que sentían que no representaban al momento actual del partido.

Y, el lunes post elecciones, se vieron grafitis en la sede del PJ bonaerense con mensajes bien directos, como "Devuelvan el PJ de Buenos Aires a los peronistas" y "Basta de herederos y bendecidos".

Pero la critica no se limita a la estrategia electoral sino al propio discurso político y económico del kirchnerismo y a la falta de autocritica ante una sociedad que tiene fresco el recuerdo de meses con inflación encima de 20%.

"Es lógico lo que pasó, porque el peronismo no pudo todavía explicar el 2023, porque no hubo una sola autocrítica de cara a la sociedad de dejar un 211% de inflación", definió Juan Zabaleta, dirigente peronista de Hurlingham, ex intendente y ex ministro de Desarrollo Social. Y no disimula su enojo por la forma en que se comportó el kirchnerismo desde la asunción de Milei: "cuando los gobernadores Kicillof y Quintela plantearon dar un debate, los trataron de traidores".

De hecho, si hay algo que define el rebalanceo de poder interno en el peronismo es el protagonismo político de los intendentes del conurbano. El pasaje de la victoria por 14 puntos de diferencia en septiembre a la derrota en octubre dejó en claro, una vez más, la influencia de los "mini gobernadores", como los suele definir el analista Jorge Asís.

La derrota fue un recordatorio de que el intendente es el jefe político territorial, es el que controla "el aparato", tiene logística para la campaña preelectoral -incluyendo las tradicionales ayudas en barrios carenciados- y para el traslado de los votantes el día de la elección.

Pero esos intendentes, que fueron los que lograron el triunfo aplastante del peronismo en septiembre, no sintieron incentivo para movilizarse en octubre. No por casualidad, uno de los primeros objetivos que se fijó Kicillof fue intensificar los lazos, para lo cual organizó un encuentro con los 42 intendentes más cercanos a su proyecto político.

Cristina, más cuestionada que nunca

A juzgar por las primeras reacciones, Cristina Kirchner está corriendo el riesgo de quedar aislada dentro del peronismo, donde muchas facciones quieren dar por terminado su liderazgo y pasar a una nueva fase que los torne competitivos electoralmente con vistas a 2027.

Por lo pronto, resultó contradictorio el hecho de que varios de los gobernadores provinciales a los que Cristina ponderó por haber tenido un buen resultado electoral -como el pampeano Ziliotto, el catamarqueño Jalil y el tucumano Jaldo- hayan estado el pasado jueves en la Casa Rosada para reunirse con Javier Milei.

Esto implica que esos gobernadores, en principio, se comprometieron a no apoyar en el Congreso proyectos que pongan en riesgo el equilibrio fiscal y que, además, estarán dispuestos a dialogar sobre las reformas laboral y tributaria.

Mientras que en los sectores que sí quieren resistir la agenda reformista de Milei, como es el caso claro de la central sindical CGT, tampoco hay expresiones de acercamiento hacia Cristina. Más bien al contrario, los dirigentes sindicales cercanos a la ex presidente están perdiendo prédica mientras que el sector de "los gordos" es el que está delineando la estrategia -que incluye una pata judicial-.

Curiosamente, el sector que sostiene un discurso más parecido al de CFK desde el punto de vista económico es, justamente, el de Axel Kicilllof, que mantiene una visión anti fiscalista y con vocación intervencionista en el plano cambiario.

Sin embargo, las diferencias personales y de estilo ya aparecen como irreconciliables. En las últimas horas abundaron las señales en ese sentido. Así, Roberto Navarro, uno de los referentes mediáticos del peronismo, escribió una dura respuesta a la carta de CFK, a la que calificó como "ataque directo para intentar sacar de la cancha a un político que no le obedece al vástago".

Y recuerda decisiones erradas de la ex presidente: "Luego de perder con Scioli y Massa y de elegir a Alberto y luego destruirlo, debería haber un poco más de autocrítica y menos soberbia".

Por su parte, el empresario Guillermo González Moreno también le contestó: "Pide dirigentes con coraje, y lo único que hizo desde que dejó la presidencia fue digitar listas apretando por todos lados para poner energúmenos que sólo le rindan pleitesía".

Mientras que Demetrio Iramain, analista vinculado a la Asociación Madres de Plaza de Mayo, difundió una lectura política en la que afirma: "Hay una operación en marcha: decir que hay una operación en marcha tendiente a responsabilizar a Cristina por el resultado electoral. Pero en realidad sucede al revés: la única operación en curso es el intento de culpar a Axel Kicillof por la derrota".

La pelea por la moderación
Mientras tanto, en los debates del peronismo se empieza a insinuar un pedido de cambio de discurso, sobre todo en el plano económico. Hay analistas que llaman a admitir que Milei logró una victoria cultural cultural: imuso la idea de que el déficit fiscal es nocivo y es el causante directo de la inflación.

Por eso, a la hora del diagnóstico, los dirigentes que piden una renovación reclamaron que el combate contra la inflación deje de ser una bandera "de la derecha" y pase también a ser un objetivo del peronismo.

En uno de estos debates, el analista José Natanson hizo una comparación entre el peronismo y los gobiernos de izquierda de la región, que no descuidaron las variables que hacen a la estabilidad macroeconómica.

Y, al recordar la experiencia del Frente Amplio en Uruguay, mencionó que la presencia de Danilo Astori -ministro de economía en dos períodos y vicepresidente en un período- fungía como una especie de garantía de racionalidad económica. Natanson llegó incluso a postular a figuras que podrían cumplir con ese perfil de "Astori peronista", como los economistas Emmanuel Álvarez Agis, Matías Kulfas o Martín Redrado. Dejó expresamente fuera a Hernán Lechter, quien protestó por haber sido mencionado como uno de los economistas que no garantizan la regla fiscal.

En definitiva, muchos síntomas sobre una necesidad de cambio de discurso y renovación dirigencial. Es un movimiento que, a veces de manera explícita y otras veces entrelíneas, pide que el centro del universo peronista deje de estar en San José 1111.

Por ahora, nada indica que se vaya a cumplir con la célebre frase de Perón: el ruido se parece más al de la pelea que a la de la "reproducción" peronista.

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