El líder del Partido de los Trabajadores, de 77 años, asumió ayer por tercera vez la Presidencia de Brasil para un mandato de cuatro años, ante el Congreso Nacional y con la compañía de una multitud de 300.000 personas en la Explanada de los Ministerios en Brasilia.
El acto se desarrolló en el contexto de un evento marcado por un fuerte dispositivo de seguridad y la llegada continúa a Brasilia de personas que quieren asistir a la asunción.
Según marca el protocolo, el presidente saliente es el encargado de pasar la banda a su sucesor, pero Bolsonaro decidió no participar en los actos de investidura y viajar a Estados Unidos sin previsión oficial de vuelta.
Lula ascendió a la parte alta del palacio presidencial acompañado por un grupo de personas que “simbolizan la riqueza y la diversidad del pueblo brasileño”, entre ellos, un niño, afrodescendientes, mujeres, personas con discapacidad y el conocido líder indígena Raoni Metuktire.
Ante la deserción de Bolsonaro y Mourao, Aline Sousa, una mujer negra de 33 años, fue la encargada de cruzarle el símbolo presidencial -una tradición instituida desde 1910- acompañada por el cacique Raoni Metuktire, de 90 años, líder del pueblo Kayapó; además de un metalúrgico, un profesor, una cocinera, un hombre con parálisis cerebral, un artesano y un niño.
El presidente Alberto Fernández viajó para fortalecer su vínculo con el Palacio del Planalto con vistas a sus impulsar sus planes electorales. Lo acompañó el embajador, Daniel Scioli, que también quiere postularse este año y trabaja en los detalles del programa de integración financiera y energética
En el discurso en la Cámara de Diputados ante la Asamblea Legislativa e invitados extranjeros, entre ellos el presidente argentino, Alberto Fernández, Lula se lamentó por la destrucción de las políticas públicas y sobre todo por el modelo económico aplicado por su antecesor, que derivó en el regreso del hambre.
"Dilapidaron empresas estatales y bancos públicos; se entregó el patrimonio nacional. Los recursos del país fueron saqueados para satisfacer la estupidez de los rentistas y accionistas privados de las empresas públicas. Es sobre estas terribles ruinas que asumo el compromiso, junto con el pueblo brasileño, de reconstruir el país y hacer de nuevo un Brasil de todos y para todos", aseguró el líder del PT, que ya había sido presidente entre 2003 y 2010.
"Tener que repetir hoy este compromiso ante el avance de la miseria y el retorno del hambre que habíamos superado es el síntoma más grave de la devastación que se impuso al país en los últimos años", agregó.
A pesar de las críticas a su antecesor Bolsonaro, el presidente afirmó que no adoptaría un "ánimo de venganza" frente al bolsonarismo sino que su propósito es aplicar la ley con amplio derecho de defensa, publicó TELAM.
Lula acusó al gobierno de Bolsonaro de haber cometido un "genocidio" con el "oscurantismo y el negacionismo" aplicado en las políticas de salud para enfrentar la pandemia, que dejó casi 700.000 muertos.
En el discurso de investidura, Lula enfatizó que su prioridad en política externa será Latinoamérica, el Mercosur, la Unasur, los Brics y una relación "activa y altiva" con sus principales socios comerciales extrarregionales, como China, Estados Unidos y la Unión Europea.