


Procesaron a Marcilese por extorsionar a su hijo y administrador de su fortuna
Lejos de aquellos años en que la sola pronunciación de su nombre abría cualquier tipo de puertas en esta ciudad, hoy al empresario Pedro Marcilese no logra si quiera que el Juzgado de Ejecución atienda las peticiones de su abogado por lograr que le devuelvan la prisión domiciliaria. Si esos es poco, el juez penal 8, Federico Diez, lo procesó por el delito de extorsión en perjuicio de su hijo Roberto, hoy por hoy único heredero de la fortuna que supo amasar el empresario transportista.
Justicia03/02/2012El año 2012 no parece prometedor para Marcilese, al menos en sus inicios, ya que a la ya penosa situación de volver a la cárcel luego de gozar por casi siete años de la prisión domiciliaria, ahora debe enfrentar un procesamiento penal por el delito de extorsión.
Obviamente ya nada es igual a los años en que Marcilese forjó su fortuna de la mano de la concesionaria de camiones. Hoy el fantasma de lo vivido en la década del `90, cuando fue detenido, juzgado, condenado y encarcelado se asoma nuevamente a la vida de este empresario.
El 2011 no fue nada auspicioso para Marcilese, pues enfrentó primero la decepción de ver a su hijo dilecto, Roberto, “Tito” para los amigos, al frente de una ola de denuncias en su contra, maniobra que, por cómo van las cosas, parecería ser el “tiro de gracia” para el empresario. Aunque todo indica que la interna entre padre e hijo tendría que ver con el manejo de dinero, lo cierto es que “Tito” dio el primer golpe al renunciar como curador de su padre e incluso luego pidió el desalojo de su progenitor de la finca que la familia posee en El Prado, en la localidad de San Luis.
Esa casa quinta era el reducto elegido por Don Pedro para purgar la cadena perpetua impuesta el 24 de noviembre de 1998 por el tribunal de la Cámara del Crimen 1, tribunal que tuvo a cargo el juicio en su contra por el asesinato del abogado Miguel de Escalda, ejecutado de tres tiros el 13 de junio de 1993 en el Camino a Colón por el sicario tucumano, Armando Urueña.
Por este asesinato también fueron condenados Urueña, su mujer, Mónica Nucciarelli, Ángel Ruso (fallecido) y Roberto Leirtman, quienes siguen entre rejas en el penal de la Villa Las Rosas, de donde Marcilese logró salir en el año 2004 cuando lo beneficiaron con la prisión domiciliaria. Ahora, sin embargo, la banda volvió a reunirse si se quiere, pues desde noviembre del año pasado, Don Pedro regresó a las celdas de la “Redonda”, donde pasa sus días entre la ira y la depresión por verse con el achaque de los años y encima sin un peso.
Sin amigos que hablar
Su retorno a los calabozos de Villa Las Rosas responden más a la denuncia de violencia familiar planteadas por su actual mujer, de apellido Sarmiento, quien, al parecer, se convirtió en una aliada caída del cielo para “Tito”, pues logró lo que el joven empresario no había obtenido: encarcelar de nuevo a su padre. Para acompañar aquel acierto, se dice que la denunciante contó con la asistencia legal de un abogado, cuyos honorarios son pagados por una mano amiga.
Y que a ello se sumó una denuncia mediática por una canal de aire local, suficiente para generar una presión social, aunque el caso no lo necesitaba, pues las denuncias por violencia familiar en Salta son atendidas en el acto.
En su desgracia, Marcilese encontró en su viejo abogado defensor, René Gómez, el asilo que sus hijos le negaron, pues el letrado se convirtió en su actual curador e incluso gracias a sus oficios, Don Pedro logró que la justicia le diera la razón en el juicio que le había iniciado a su hijo por no hacerse cargo de la mantención de su padre. Ese triunfo fue una isla en un mar de penas para el empresario, quien hace unos días fue notificado del procesamiento penal resuelto en su contra por el juez penal 8, Federico Diez, quien investigaba una denuncia radicada por el joven “Tito” en contra de su padre por el delito de extorsión.
El denunciante aseguró que su padre lo había amenazado con despojarlo del manejo de la fortuna de la familia y que habría vuelto a sus viejas andanzas, las que consistían en la contratación de matones para lograr sus objetivos. El punto de inflexión entre padre e hijo gira en torno a una operación comercial que se habría realizado con una finca que Don Pedro tenía escondida, propiedad ubicada en la localidad bonaerense de Chacabuco, la cual finalmente se vendió. La distribución de los dividendos de dicha finca habría sido el detonante de la mala relación familiar.
Lo cierto es que el juez Diez procesó a Marcilese por el delito de extorsión, cuya pena no preocupa en año por cumplir al empresario, sino porque esa mancha es un grave impedimento para que el juez de Ejecución, Francisco Mascarello se decida a beneficiarlo nuevamente con la prisión domiciliaria, pedido que ya fu efectuado por su defensor, pero hasta el momento nadie respondió desde la justicia.
Sin amigos que hablar y lejos del poder que su casta solía causar en distintos sectores de esta ciudad, Don Pedro ve un futuro oscuro para el 2012, año que, por lo visto, amenaza con cerrarse en círculo para el ex empresario camionero.
Fuente: Diario Punto Uno












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