Un periodista, dueño de un parripollo, fue agredido por un vecino

Darío Alberto Illanes, conocido periodista e investigador social, puso un negocio de venta de pollos por la necesidad económica y de salud que atraviesa. Un vecino, molesto por su ubicación y el supuesto daño a un árbol, lo agarró a las trompadas.

Sociedad 13/11/2017

Dos trompadas en mi cara me aplicó un desconocido mientras trabajaba en la parrilla ambulante en la que trabajo, los fines de semana. Su motivo fue que se opone a mi ubicación, en un espacio público, en donde a nadie y nada perjudico y el cual cuido. 

El puesto funciona en el extremo norte del Parque Independencia de la Patria, en el espacio verde existente entre los barrios San Carlos y Los Lapachos.

Este es su relato en su cuenta de Facebook, de los desagradables momentos vividos.

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Trompeado por trabajar honestamente Dos trompadas en mi cara me aplicó un desconocido mientras trabajaba en la parrilla...

Posted by Darío Alberto Illanes on lunes, 13 de noviembre de 2017

Trompeado por trabajar honestamente

Dos trompadas en mi cara me aplicó un desconocido mientras trabajaba en la parrilla ambulante en la que trabajo, los fines de semana. Su motivo fue que se opone a mi ubicación, en un espacio público, en donde a nadie y nada perjudico y el cual cuido.

Muchas y muchos me conocen como periodista, oficio y profesión ejercida desde hace 40 años. Algunas y algunos, también saben que trabajo como “parrillero”, en la venta callejera de comida. 
Esta tarea la comencé hace tres años. Urgido por la necesidad económica y la salud. Debido a la cercanía del hogar familiar, decidí ubicarme en el extremo norte del Parque Independencia de la Patria, en el espacio verde existente entre los barrios San Carlos y Los Lapachos.
Hace tres meses, la Municipalidad de Salta inició la construcción de senderos peatonales en el Parque. Debido al trazado, un inspector municipal y el contratista, gentilmente, me pidieron trasladarme, ofreciendo ayuda para reubicar la parrilla en una esquina, al costado de un árbol.
Tras asegurar la protección de éste, reinicié mi actividad gastronómica, la cual realizó sábados y domingos. Demás está aclarar los humildes ingresos logrados, aunque necesarios para la subsistencia familiar.

Ataque

El domingo 12 de noviembre al mediodía, un cincuentón se acercó al lugar de trabajo. Pensé que era un cliente y lo recibí con la atención y amabilidad acostumbradas. 
Pero él estaba ahí para increparme -a los gritos, con violencia verbal- por mi ubicación y el supuesto daño que le provocaba al árbol. Me identifiqué e intenté explicarle y demostrarle los cuidados practicados y la ausencia de perjuicios. 
El sujeto me empujó y, ante mi asombro e indefensión, me arrojó dos trompadas que impactaron en mi pómulo izquierdo y mentón. Acto seguido se sacó el cinto y comenzó a revolearlo para ¡azotarme!
Vecinos fueron testigos de este ataque. Marché hacia la Subcomisaría de San Carlos (a 80 metros del lugar) Regresé con un policía. El agresor continuaba en el espacio. Del mismo modo exaltado, sostuvo que la fuerza debía expulsarme. 
Reiteré mi pedido de que me dé su identidad, pero ante su burlona negativa, tomé el celular para documentar con imágenes al atacante. Este, desplazando al uniformado, saltó para golpearme, logrando tirar mi teléfono móvil. 
Por supuesto, lo denuncié penalmente. Por “Lesiones y amenazas”.
Mientras la Justicia intervenga, estoy amenazado, tanto en mi integridad física como en éste honesto modo de subsistir.

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