


Con esfuerzo y sin bajar los brazos: el changuito de Villa Lavalle que llegó a ser Decano en la UNSa
Sociedad02/07/2025
Las historias de resiliencia de salteños que buscaron cumplir sus sueños deben ser escuchadas, esas vivencias que enseñan a no bajar los brazos, a que el mundo es de los constantes y de quienes luchan por cambiar sus vidas.
En este caso, José Molina, el changuito de Villa Lavalle que pescaba a orillas del río Arenales y jugaba al fútbol en la calle, recorrió un camino de mucho esfuerzo hasta convertirse en Decano de la Facultad de Ciencias Exactas de la universidad.
A sus 17 años y con muchas dudas tenia una certeza, que estudiar estaba en su destino, que la universidad podía cambiar su futuro.
Así ingresa a la UNSa (Universidad Nacional de Salta) y con su sueño de ser piloto, una carrera que sus padres no podían sostener en otra provincia, se inscribió en dos carreras: Licenciatura en Análisis de Sistemas y Licenciatura en Química.
No solo recaía en sus hombros la responsabilidad de estudiar, sino también de criar un hijo, ya que a sus 18 años se convirtió en padre, tomando la difícil decisión de trabajar a tiempo completo o continuar estudiando y hacer changas: “No lo dudé. Yo quería seguir estudiando (…) Había días sin plata, días de angustia. Pero nunca dejé de cursar”.
“Yo soy la primera generación universitaria de mi familia. Llegué a la UNSa con miedo, pero con todas las ganas y sueños por delante”.
Si bien los días eran largos, se encontró con el apoyo de docentes que no solo le dieron su tiempo, consejos o comida, sino que lo llevaron a la investigación y gestión, mostrándole el mundo que había más allá del aula.
La universidad no solo le dio conocimiento desde lo académico, sino también le permitió viajar, conocer Europa, cambiándole la vida: “Me dio las herramientas para tener una casa, un auto, para que mis hijos estudien, para que mi esposa también sé reciba. La universidad pública transforma realidades”.
“La educación puede romper cualquier pared, cualquier prejuicio, cualquier frontera social”.
En los pasillos al pasar, escucha como lo llaman Doctor, Licenciado, Decano, pero él sigue siendo José, quien charla con los ordenanzas como cuando era estudiante, el que compartía mate con los trabajadores de obra, quien fue albañil y trabajador de limpieza, aquel joven que veía en el estudio un cambio para su futuro.
“Yo le diría a ese José de 17 años que siga, que no se detenga. Llegué lejos, no sé si este es mi techo, pero soy Docente, Investigador, Decano… y de Villa Lavalle, pero con orgullo” concluyó.











