Historia: El “agitado” viaje entre idas y venidas de los restos de Güemes

El historiador Juan Oscar Wayar contó cómo fueron los constantes cambios de lugar que tuvieron los restos del General Martín Miguel de Güemes. De un lugar a otro, fue hasta hace 100 años atrás cuando por fin pudieron descansar en paz.

Sociedad 27/06/2018
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El último traslado de Güemes, hacia el Panteón, en 1918. Foto Juan Oscar Wayar/ Facebook Nuestra Salta de Ayer.

Sigue la polémica tras la iniciativa presentada por el diputado provincial Tomás Rodríguez, de sacar los restos del general Martín Miguel de Güemes del Panteón de la Glorias del Norte, ubicados en la Catedral Basílica, idea que ha sumado múltiples rechazos de diferentes sectores.

En medio del debate, el historiador Juan Oscar Wayar compartió la historia de cómo fue ajetreado viaje de los restos de héroe nacional, hasta que por fin pudieron descansar en un solo lugar, que es el actual.

Según señaló Wayar, el primer descanso del cuerpo fue en la capilla de El Chamical, tras el fallecimiento del general en 1821. “Sus gauchos decidieron que el mejor lugar donde debía reposar era la capilla que él mismo había levantado para que todo el paisanaje orara”, expresó. El entierro fue el 18 de junio de ese año.

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“Al pasar unos meses, la familia de Güemes decide trasladar los restos a la capital, lugar por excelencia de su mandato y baluarte de su sitial en la defensa de la Patria. Fue así que el 14 de Noviembre de 1822 el entonces gobernador patriota José Ignacio Gorriti, traslada los restos a la Catedral Matriz de Salta, ubicada en la antigua Iglesia de los Jesuitas (actuales calle Mitre esquina Caseros)”, agregó el historiador.

Medio siglo más tarde, con el deterioro del viejo templo, fue necesario llevarse al general del lugar, hasta que se contruyera la nueva (y actual) Catedral Basílica. “Los familiares exhumaron los restos de Güemes y los traspusieron al panteón familiar del Cementerio de la Santa Cruz”, indicó Wayar.

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Un panteón para los héroes

Construida la Catedral, monseñor Gregorio Romero impulsó la construcción de un habitáculo para todos los héroes del norte argentino, lugar para descansar y ser honrados por la gente. Cuenta el historiador que “primeramente se proyectó que este monumento funerario estaría a un lado de la Catedral y sería un edificio aparte de la misma, de grandes proporciones”, y que se iba a ubicar donde ahora se levanta el Banco Macro.

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Si bien el proyecto no prosperó, la idea se implementó: así nació el Panteón de las Glorias del norte, una habitación situada en el ala derecha de la misma Catedral. “Fue el 20 de Octubre de 1918 cuando se trasladaron por última vez los restos del Gral. Güemes, conduciéndolos desde el cementerio de la Santa Cruz hasta la Catedral y su última morada el Panteón, por la avenida San Martin y doblando por calle Zuviria hasta España”, indicó Wayar.

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Revista Caras y Caretas, noviembre de 1918.

El historiador puntualizó que, mediante un decreto de ley de la época, se fijó que el Panteón debía guardar “las urnas cinerarias de los generales Güemes, el incorruptible; (Rudecindo) Alvarado, el ecuánime, y (Antonio Álvarez de) Arenales, el austero". Luego establece taxativamente que será la Legislatura quien, por ley, discernirá “los ingresos posteriores de los restos de los guerreros de la Independencia en tan insigne recinto”.

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El Panteón, en sus inicios. Foto de Mirta Escudero / Nuestra Salta de Ayer.

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