



“Esos sitios de ensueños. Con pizcas de místicos e inolvidables. Con energías saludables que te abrazan y te traen de vuelta. Hay recintos tan especiales que hacen de un simple lugar, un hogar.”
La noche tiene esa magia que parece invisible. Ese contraste tan notable con el día y su sol. También tiene sus fantasmas, sus temblores y oscuridades. ¿Pero que seríamos sin un poco de luces, de música, de humo, de algarabía?
Llega el fin de semanas y empieza a retumbar por la zona sur de la ciudad de Salta una mezcla de sonidos que parecen tener su propio y letal magnetismo. Av Kennedy. Se visualiza una palmera asociada a esos sitios norteamericanos de playa, con tragos, melodías y una multitud en busca de la utópica felicidad.

Coco Bar&Show no es solo un bar típico nocturno. Casi como un club de amigos. Tan así como un hogar de encuentros. Los lugares están hechos por la gente. La gente llega como imantada, energizada por una misma vibración. Coco es tan mágico que llegar es muy fácil y accesible. Lo complicado es retirarse. ¿Cual es el momento indicado de irse de un lugar donde los sentidos están todos alineados en su plenitud? Muchos oradores, espirituales y terapeutas me dirán que nada interesante sucede después de las 3am. Con Coco toda teoría parece derrumbarse. No existe la hora, no hay reloj. Es un estado de elevación constante.
Las pizzas y las picadas generosas, adornan las mesas de cumpleaños. Los tragos parecen de ensueños. Las empanadas nos remarcan nuestra raíz, nuestro origen. Hay bandas en vivo. Empieza la locución, hay emociones y ánimo de fraternidad. Los abrazos tienen deseos constantes. Los saludos aunque sean recientes o vecinales, son más efusivos.
En “Coco”todo es intensidad. Es verdad que la noche todo lo exagera.
Es cierto qué hay exceso de maquillaje y perfume. Hay accesorios extravagantes. También hay un montón pasiones y deseos ocultos. Empieza el baile y el cuerpo de manifiesta. Parece una necesidad imperiosa visitarlo una vez. Esa vez se vuelve otra vez y después parece una adicción.
La seguridad es impecable. Los sitios Vip son diversos. El lugar es funcional y todo parece seguir una armonía perfectamente diseñada. En el acceso nos reciben sus anfitriones derrochan esa gentileza y afán de querer compartir diversión. Hay globos, luces de colores y el mundo aunque sea por un instante, parece ser un sitio mejor. No hay categorías ni estatus establecido. No hay distinción de personas. Está hecho de gente, por gente, para la gente.




























