Caprichos de Salta: La Abeja

Salta está llena de caprichos, todos ellos recorren cada uno de los rincones de nuestra ciudad para algunos de manera inadvertida y para otros no. No te pierdas una nueva entrega de la ficción de Javier Camps en InformateSalta.

Cultura26/04/2018
ABEJA

El ciego lleva a los lustrabotas más pequeños a revolver libros en los puestos del Parque San Martín. Una vez al mes, les dedica un par de días para que experimenten el goce de encontrar joyas de la literatura universal entre las montañas de porquerías que se han publicado a través de tanto oscurantismo disfrazado de orgulloso progreso cultural. Una vez encontrado el tesoro, se tumban sobre el pasto a leer en voz alta, mientras Jorge les hace el análisis literario pertinente. Los changuitos han encontrado varios ejemplares de alta estima, un cachuzo “Señor de los anillos” de Tolkien, un “Mío Cid”,  la “Historia de los reyes de Britania”  de Geoffrey de Monmouth y “La muerte de Arturo” de Thomas Malory.

-La edad media ha sido más imaginada que contada. El efecto dominó de la caída del Imperio Romano, después de una larga agonía, se llevó por delante un tramo de la historia que se caracterizó por las largas sombran que proyectaban las frías y húmedas catedrales, los largos sermones en latín, los piojos, la pobreza  y el miedo – Prologa el Ciego Jorge ante los riesgos que siempre promete el medioevo como tema de debate-

-Pero… y… ¿Merlín? ¿Morgana? ¿Los dragones y los duendes? ¿Los bosques encantados y la carne asada en sus claros? ¿El vino de Alsacia? ¿Los castillos? ¿Ávalon?

-A ver… vamos por partes… las noches eran tan oscuras que se comían a las luces de las lámparas de aceite y de las velas ¡Los quisiera ver sin luz eléctrica! Tomar agua buena era más difícil que un ascenso de Central Norte. La gente no se bañaba… usaba ropa sucia, dormían todos juntos y el desodorante ni asomaba en la historia; si le sumamos que los animales también compartían la casa… todo era más  complicado que viajar en el bondi que va al sur, a las seis de la tarde, en un tórrido verano. De una docena de bocas no se juntaban más de cinco dientes. No había sanitarios… ni papel higiénico. Casi nadie sabía leer y escribir. Incluso, los reyes eran menos ilustrados que Alfredito ¿Recuerdan a Alfredito?

-¿Entonces no había magos ni brujas?

-Yo conozco la historia mágica más antigua de Salta. La más mágica y trágica historia de estas tierras. Me la contó, obviamente, un mago amigo antes de morir. Tenía casi trecientos o cuatrocientos años… Murió joven, pobre. Lo atropelló un suri a contramano y sin luces… parece que lo manejaba un pichón de Ucumar.

Hizo, así,  su aparición magistral “El Flaco de los Caschis”, el legendario custodio de los relatos perdidos, el último sabio errante. La memoria viva del Norte Argentino. Él y sus dieciocho perros, todos en silencio y quietos como momias, ingresaron a la escena como en un acto de hechicería. Sonrió y se sentó en el suelo. Sus perros lo acompañaron en el gesto y comenzó a narrar:

“Mucho antes de que alguien escribiera crónicas sobre los aconteceres de estas tierras, ya pasaban cosas… Algunas eran… raras… y las vio poca gente; de esos pocos, sobrevivieron menos y los relatos se fueron empobreciendo, así, un poco por ignorancia y otro poco por desconfianza, nos llegaron, sólo, pedazos de charqui de aquellos hechos fundacionales de nuestra historia mágica.

 En un cerro de frondosa arboleda, en lo que hoy es Campo Quijano… hubo un templo… un templo pequeño… Tenía una particularidad, era un templo vivo. Seis árboles de gran porte con gruesos trocos… huecos todos, lo constituían. Seis árboles que zumbaban… en  medio de ellos, se erguía un ara con forma de flor. Una mujer era la sacerdotisa, bruja para algunos, que velaba por el lugar. Ella resistió a los primeros españoles. Ella era sabia y de una bravura inimaginable para cualquier contemporáneo. Durante muchos años custodió esas tierras, los españoles la llamaban “La Abeja”. Cuando la bella mujer entraba a su templo, los árboles zumbaban y brotaba miel de sus entrañas. Dicen que dormía cubierta de  un enjambre de miles de abejas. Dicen que era la reina…

Cuentan que una noche, mientras dormía, la quemaron… quemaron sus árboles, su miel y voltearon el ara. Abrieron un claro en la ladera del cerro y levantaron una capilla…

Un domingo mientras bautizaban a un niño, el lugar fue tomado por millones que abejas que no se apiadaron de nadie ¡ni del niño! ¡Las paredes de la capilla quedaron cubiertas de antófilos! ¿Saben que significa antófilos?- Los niños responden ¡No!- Pues significa “amantes de las flores”. Hicieron ahí su panal gigante, hasta que la construcción colapsó y  quedó destruida… Años más tarde ese lugar se llenó de flores y una serpiente es, desde entonces, quien cuida del lugar. Aunque hubo algunos intentos de reconstruir la capilla, todo fue inútil… no faltaron desgracias para desalentar a los cristianos. Es importante saber que la abeja tiene seis patas, su abdomen seis partes, las celdas del panal son hexagonales. Tres seis son demasiados números para algunos sujetos que solo saben contar hasta tres. Nunca olviden que la abeja como la serpiente inoculan veneno… la serpiente es el espíritu, la abeja es el alma… y los asesinos son todos miserables cobardes… y no tienen ni dios ni diablo…

La mujer asesinada se llamó Aukasisa, flor guerrera. Si hubieran leído bien la Biblia, hubieran sabido que las flores con espinas no se arrancan ni se pisan.”

El flaco de los Caschis, saludo con un además caballeresco, llevándose la mano al ala del sombrero. Se levantó y se fue. Los perros lo siguieron.

-¿Querían magia? Ahí tienen… ¿Qué Merlín? ¿Qué Morgana? ¿Quién es Arturo? ¿El que vende repuestos de autos en la San Martín?... vamos changos… se ha puesto fresco no quiero que  anden carraspeando y tosiendo como perro con angina – dijo el Ciego Jorge casi como un reto de viejo fastidioso-

 

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