Un hombre de 57 años fue condenado a ocho años de prisión efectiva tras ser hallado culpable de abusar sexualmente de su hijastra durante varios años, desde que la víctima tenía 14 años, y quien denunció los hechos una vez que alcanzó la mayoría de edad, revelando un calvario silenciado por el miedo y la vergüenza.
¿Qué pasó? Según informó prensa del Poder Judicial, todo comentó cuando la víctima residía en el barrio Alto La Viña junto a su madre, sus hermanos y su padrastro. En un episodio que marcó el inicio de los abusos, la joven regresó del colegio y encontró a su padrastro alcoholizado en la habitación que compartían.
Según su testimonio, él la abrazó, le manifestó afecto y la manoseó, un hecho que la llevó a apartarse y buscar refugio en el patio, sin atreverse a contar lo sucedido a su madre, quien se encontraba conversando con su hermana. Ese hecho no fue aislado pues la denunciante relató que las agresiones continuaron durante un extenso periodo, perpetradas tanto en estado de ebriedad como de sobriedad por parte del acusado. El miedo y la vergüenza la paralizaron, impidiéndole buscar ayuda o revelar la situación a su madre durante esos años de sufrimiento.
Un punto de inflexión se produjo cuando la joven ya había cumplido los 18 años y cursaba estudios universitarios. En esa ocasión, su padrastro la llamó y le expresó una perturbadora frase: "Tengo que decirte algo: yo a vos te veo como mujer", al tiempo que intentaba besarla. La reacción inmediata de la joven fue repelerlo y advertirle que informaría a su madre. Ante esto, el hombre le pidió perdón y le exigió que guardara silencio sobre lo ocurrido.
La verdad finalmente salió a la luz en 2021, en medio de una discusión familiar. En un acto de valentía, la joven confrontó a su padrastro con una acusación directa: "Vos hiciste cosas peores y nadie te pegó o te gritó por eso". La pregunta inquisitiva de su madre sobre el significado de sus palabras llevó a la joven a revelar el largo historial de abusos sufridos a manos de su pareja.
La confesión sumió a la madre en el llanto, mientras que el acusado optó por el silencio. Poco después de la revelación, la víctima tomó la decisión de mudarse y alquilar una vivienda propia, ya que su padrastro continuó residiendo en el hogar familiar.
La causa judicial culminó con un juicio abreviado en el que el acusado aceptó los términos del acuerdo y reconoció su participación en los hechos que se le imputaban. El juez Federico Diez, vocal de la Sala VII del Tribunal de Juicio, dictaminó una pena de ocho años de prisión efectiva por los delitos de abuso sexual gravemente ultrajante agravado por la convivencia preexistente con una menor de 18 años, en concurso real con abuso sexual simple gravemente ultrajante.
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