


Javier Malosetti, sin limites
El bajista y compositor junto a su banda Electrohope tocará hoy, a partir de las 21, en el Teatro Provincial. En el marco del ciclo “Cultura da la nota”, presentará su nuevo trabajo discográfico titulado “Ten”.
Cultura16/11/2011Javier Malosetti es hijo del legendario músico de jazz, Walter Malosetti. Su casa, en El Palomar, estaba llena de guitarras.Fue miembro del grupo de Spinetta, con quien grabó los discos “Don Lucero”, “Exactas” y “Pelusón of Milk”.En su carrera como solista lleva editados diez trabajos discográfico. “Ten” es el segundo junto a su banda Electrohope.Nacido y criado en una familia de músicos, Javier Malosetti se formó dentro del ambiente del jazz. Su padre, el legendario jazzero, Walter Malosetti, fue su primer referente y el mejor estímulo para una carrera que nació naturalmente. “Nunca me propuse ser músico, fui siendo”, sostiene este bajista que no tiene límites a la hora de explorar en otros géneros. Electrohope, la banda que él mismo formó hace dos años junto a jóvenes con diferentes influencias musicales, refleja el espíritu de este artista que sigue enriqueciendo su lenguaje musical.
“Ten” es el nombre del décimo disco de su carrera y el segundo junto a Electrohope. Con este material, Javier Malosetti regresará a Salta para participar del ciclo “Cultura da la nota”. Junto a Fabri Laborde (teclado), Hernán Segret (guitarra, bajo y voz), Tomi Sainz (batería) y Damián Carballal (percusión), el intérprete y compositor tocará hoy, a partir de las 21, en el escenario del Teatro Provincial de Salta (Zuviría 70). Antes será el turno de su amigo, el baterista salteño “Chinato” Torres junto a Leo Goldstein (teclados y voz), Matias Saluzzi (bajo), Rafael Vivas (guitarra y voz), Fabián Amerise (guitarra), Raúl “Pequine” Lamas (guitarra); Julio Lamas (guitarra) y Juan Pablo Mayor (trompeta).
Su historia como bajista de diversas bandas y como músico solista es extensa. Fue miembro estable del grupo de Luis Alberto Spinetta durante varios años, y tocó Dino Saluzzi, Lito Vitale, Jaime Ross y Baby López Furst, entre muchos otros. Además participó en la grabación de discos de Rubén Rada y Pappo Napolitano. Su carrera solística, que siempre se mantuvo paralela a su participación en proyectos de otros músicos, está registrada en diez trabajos discográficos, editados desde 1993 hasta la actualidad. “Ten” es el más reciente. “El álbum tiene un año y lo veo envejecer bien. Todavía me gusta, algo que es raro para mí porque siempre que termino de hacer un disco, ya no me gusta más porque mi cabeza pasa a estar en otro lado y la música pierde vigencia para mi porque sigo componiendo. Sin embargo con este trabajo es diferente porque me gusta su concepto sonoro, es eléctrico y enérgico”, sostiene Malosetti. Sobre el título de la placa, “Ten”, Javier explica que tiene un doble significado; por un lado “ten” significa “diez” en castellano y por otro lado, conlleva una connotación de dar, que refleja el espíritu de entrega de Electrohope.
Malosetti formó Electrohope en el 2009 con jóvenes músicos a los que conoció en sus clases en Buenos Aires. Todos vienen de diferentes corrientes musicales, sin embargo en dos años lograron un nivel de cohesión que lo asombra y enorgullece. Sobre esta experiencia, el bajista sostiene que aunque significa un gran cambio en su carrera también renueva, en el buen sentido, el lenguaje, el sonido y la dirección de la música. “La banda me aporta una pila gigante y un ritmo que desconocía porque en el jazz los músicos se relacionan de otra forma. Es un género que hace solistas, no grupos, y el músico del rock, por ejemplo, tiene más arraigado el concepto de lo comunitario y de formar parte de una banda”, explica el fundador de Electrohope.
A Javier Malosetti no le gusta lo encasillen dentro del jazz ortodoxo, ni tampoco que lo definan dentro de un estilo musical porque su espectro personal está formado por corrientes de todas las épocas y de distintos lugares. “A los largo de su historia, el jazz se enriqueció con los aportes de otras músicas y de otros folclores, de acuerdo a la ciudad donde aparece, se fusiona con los sonidos del lugar. La influencia más grande que tengo del jazz es la mixtura de diferentes mundos que desembarcan en un punto que termina siendo como un embudo que termina siendo un lenguaje y una dirección sonora”. Finalmente asegura: “yo quiero que lo que toco le guste a todo el mundo, al entendido de música pero que también lo disfrute su esposa, sus hijos, su hermana y su mamá”.
Mercedes Mosca
Fuente: Diario El Tribuno









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