Legislar en base a prohibiciones

Las sociedades del mundo avanzan, muestran apertura, se respetan derechos y los gobiernos acompañan esos cambios con legislaciones modernas. Pero en Salta, ¿qué sucede?

Opinión 28/04/2016

Mayor apertura y adecuación de leyes en base a los cambios sociales, son un factor común en muchas sociedades del mundo. Matrimonio igualitario, inclusión, no discriminación, la incorporación de tecnología, respeto por las libertades, son una realidad en países modernos.

Ocurre en muchos lugares menos en Salta, la tradicional, la gaucha, la conservadora. A fuerza de leyes y ordenanzas, buscan prohibir todo. Los autores son, en muchos casos, legisladores que se inspiran en algo que leen por Internet, que se hizo en algún lugar del mundo y, aplicando la Ley del menor esfuerzo, buscan copiar.

En algunos, con tal de aparecer en los medios, legislan por cualquier cosa, buscan meterse hasta el último detalle, con tal de presentar ideas novedosas y de impacto, aunque a veces rozan el ridículo.

Hay tantas leyes y ordenanzas que dentro de poco se legislará también del aire que respiramos. Así se va a hacer muy difícil vivir.

Encorsetar a la sociedad de tal manera que todo tenga una norma específica se va a tornar imposible sin un ejército de inspectores. Implicaría un agente de control en cada esquina, siguiendo a cada persona, adentro de cada vivienda.

Está bien que un conductor no puede hacerlo alcoholizado, pero ni un trago de cerveza o un pequeño brindis? Tampoco se puede fumar bajo techo, y ahora se viene el frío, ¿pero lugares ventilados? Tampoco. Tomar una bebida, la que sea en un vaso de plástico no es lo mismo que en un vaso de vidrio, pero no, tampoco se puede. Tomar un Speed con Vodka, rico por cierto, no, tampoco. Energizantes out. Besar a la novia sin que nadie nos vea, no. Habrá cámaras que te van a filmar adentro y afuera de los boliches. Estas y tantas otras cosas están haciendo fea la convivencia. Lo de unos pocos se impone para la mayoría.

Para los legisladores la lógica es el no, no y no. Y es el Concejo Deliberante capitalino el que se lleva el primer premio en las prohibiciones.

Es necesario confiar en la responsabilidad de las personas, confiar en que harán un buen uso de la libertad. Que la elección de cada uno estará bien. Que el criterio será el adecuado.

Si a los 16 años somos todos sujetos con la capacidad de elegir gobernantes, cómo no vamos a tener en claro que no está bien romperle un vaso de vidrio en la cabeza al otro. Inadaptados hay siempre y en todos lados, pero no sigamos castigando a muchos, por unos pocos.

¿O será que nuestra sociedad en particular está tan mal que cada paso, cada acción, debe tener una norma que la regule? Para pensarlo.

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