Paren!!!

“La pobreza es una manta demasiado corta, y cada cual tira para su lado”. Enfrentados por el pan, hicimos un relato de la violencia, paren, dirá Mafalda, “que me quiero bajar”.

Opinión06/04/2017

En su obra “Los hijos de los días” (2011),  el escritor y periodista uruguayo, Eduardo Galeano pondrá en palabras, cual susurro en la finisecular oscuridad de un cine, un secreto, conocido aunque celosamente guardado que dice así: “Los científicos dicen que estamos hechos de átomos pero a mí un pajarito me contó que estamos hechos de historias”.  Con esa mezcla de magia y aguda comprensión de la realidad, nos empuja a la deconstrucción personal y social, a poner allí, en el centro, los hechos que han determinado el camino recorrido. Que hablan del pasado pero también de las historias que contamos acerca de él, de las que nos cuentan y adoptamos, de aquellas que ocultamos o pretendemos hacerlo pese a que estallan, allí, pese a nosotros.

Las historias vividas por los argentinos, todas ellas, las contadas, disfrutadas, sufridas, ocultadas, gritadas, usadas, cambiadas, elegidas, colgadas en cuadritos o barridas bajo la alfombra, son ficciones borgeanas que crean coordenadas desde donde trazamos el futuro desde un punto invisible en este presente que se cierra sobre sí mismo, como un eterno retorno. Violencia, Golpe de Estado, Barbarie…democracia, voto sin pan pero con paz, paros y movilizaciones que quiebran la paz por pan…y tiempo fuera, convertibilidad y falsa estabilidad, hambre, y más hambre de cambio….espejitos de colores…planes sociales, fraudulento estado benefactor, historias dicotómicas acerca de cómo llegamos a ser lo que somos, pobres contra pobres, como dirá el autor de Las venas abiertas de Latinoamérica, “La pobreza es una manta demasiado corta, y cada cual tira para su lado”. Enfrentados por el pan, hicimos un relato de la violencia, paren, dirá Mafalda, “que me quiero bajar”.

PAREN, dice el hombre de la calle, aquel al que Jaime Ross le dedicó una canción, el que escucha a los políticos y los gremialistas y les dice “No te aguanto más”, porque en medio de tantas fábulas se le va la vida, envejece estando en el mismo lugar, mirando cómo unos y otros pisotean sus derechos legitimando en nombre de ellos cualquier atrocidad. Ese que se levanta a diario a trabajar, aquel que sin tener empleo no cesa de buscar, el que espera en la educación e intenta no desesperar ante tamaña falta de vocación. El que se cansó de vivir en el miedo y que un puñado de coetáneos lucren con su reproducción, el que pide un paro sin piquetes, ni presiones, sin slogans pre moldeados, y que grita con la voz trémula del llanto y la indignación acumulada, PAREN, tenemos que EMPEZAR.

Rebobinemos la cinta de la historia  buscando en sus blancos los tópicos que perpetuaron la reiteración al infinito de la mismidad. La violencia nos robó mucho más que una generación, desmembró la solidaridad, mató la esperanza, aniquiló la posibilidad. Con permiso de la ley o sin él, con el aplauso o el vapuleo de las masas, ganó las calles y la vida, obligándonos a olvidar cómo recordamos lo que recordamos, hasta llegar donde estamos. Paren de cavar la fosa común del amigo/ enemigo, esa en la que nos enterramos con cada reclamo individual, sectorial…parcial. Basta de sacudir la sociedad con vientos que no hacen más que tirarla al vacío. Es que ¿no ven la realidad? Está allí, más allá y más acá de sus discursos, lejos de la primera plana, entre infinidad de titulares, luchas y movilizaciones que no hacen más que tapar el miedo al cambio, al reto, al desafío que supone quebrar con la redundancia del pasado y caminar hacia un horizonte alejado de la corrupción, las asociaciones ilícitas, las idolatrías, la falsedad, y la tumefacción del individualismo acérrimo. Como el hombre de la calle, no hay otra manera de atravesar el temporal, si no es arrollándolo, porfiados, firmes, pegando la mejilla contra la roca saliente y utilizando la grieta para agarrarse a la pared, luchando por vencer el miedo a esa sensación de vacío que es natural a un volver a empezar.

Paren, porque el hombre de la calle, ya cambió de dial.

Por Lic. Ma. Florencia Barcos. Exclusivo para InformateSalta

Te puede interesar
Lo más visto

Recibí en tu mail los títulos de cada día