Cintia ejerció una férrea defensa

Las graves lesiones detectadas en sus manos evidencian una tenaz defensa de la joven, quien, sin embargo, no pudo evitar la brutal muerte que sufrió a manos de un asesino despiadado, quien ahora intenta tomar distancia de una pena que podría dejarlo preso de por vida.

Policiales 24/09/2017
¿Cuál fue el detonante del crimen? Es uno de los interrogantes que el propio Chocobar conoce, pero que será muy difícil que lo devele. Y es que el “disparador” podría tener alguna vinculación directa con él mismo, con su intimidad.
Lo que está claro, por las lesiones halladas en las manos de la víctima, es que Cintia se defendió, lucho lo más que pudo. Como lo dijeron sus amigos, no era una mujer que se la “iban a llevar por delante”, seguramente iba a “dar pelea”.
Por lo advertido en la escena del crimen, todo indica que Cintia se defendió hasta morir. El hecho de que su cuerpo fue hallado con el pantalón y su ropa interior a las rodillas, indicaría que hubo una relación sexual previa, consentida o no. Lo que está claro es que el brutal ataque surgió en esos momentos, probablemente, por una discusión verbal. Podría tratarse de insultos de ambas partes, una propuesta de reanudar la relación rechazada o alguna otra disputa.
Cualquiera sea fue suficiente para despertar la brutal ira del asesino, quien sin piedad tomó una piedra de dimensiones importantes y se la asestó varias veces sobre la cara de Cintia, quien habría atinado a taparse el rostro con sus manos, por lo que uno de sus dedos resultó fracturado.
La andanada salvaje de golpes, uno tras otros, siguió hasta que la víctima no se movió más. Esta escena, en la oscuridad del lugar y en un escenario atestado por grupos de jóvenes alcoholizados con la música a alto volumen, permitió que el homicida pudiera no sólo concretar el sangriento hecho, sino huir como si nada, con la sangre de su víctima en sus ropas, sin que nada ni nadie lo impidiera.
Recién con la claridad de la luz de la madrugada, el joven, alcoholizado y en shock por el crimen cometido, fue interceptado por la policía en su caminar cabizbajo por la ruta 68, rumbo a su casa. Probablemente, con la imagen de su ex novia muerte aún en su mente y con la idea de lo que le esperaba.
 
Triple calificación
 
Chocobar, según trascendió, fue imputado por el delito de homicidio triplemente calificado. Los tres agravantes, “criminis causa”, “alevosía” y “femicidio”, cada uno por sí solo, lo llevan a una pena de prisión perpetua, así que basta con imaginar qué sucederá con la combinación de estas tres figuras.
En el año 2008, la Cámara II del Crimen, ahora Sala II del Tribunal de Juicio, condenó a Paulino Saravia, un joven del valle de Lerma, por decisión de mayoría, a la pena prisión perpetua por resultar coautor penalmente responsable del delito de abuso sexual con penetración agravado por el número de personas en grado de tentativa, en concurso real con homicidio calificado “criminis causa”.  
Su víctima fue Lidia Beliza Quipildor, una joven de 18 años que la noche del 20 de septiembre del año 2006, salió de su casa para dirigirse al Camping Municipal de Campo Quijano, para participar de los festejos por el Día del Estudiante.
El contexto fue el mismo que rodea el crimen de Cintia Tapia en Coronel Moldes: un camping, alcohol en exceso, jóvenes por todos lados, desmanes, peleas, poco o casi nada de control policial, sexo y sangre. El cadáver de Quipildor también apareció en una zanja, pero varios días después.
En su caso, hubo pruebas de que fue víctima de una violación múltiple, para luego morir estrangulada, cuando lo único que Lidia quería, además de ser pastora en los cerros de Quijano, era festejar junto a sus amigos del Día del Estudiante.
Por su crimen, Saravia, recibió la pena máxima, mientras que otros dos jóvenes, menores al momento del hecho, fueron declarados culpables, mientras que una joven, fue condenada por el delito de encubrimiento. Hoy, a 11 años de aquel terrible crimen, el Día de Estudiante volvió a dejar una víctima fatal.
Lo que queda de ahora en más son esperanzas de Justicia para la familia de Cintia Tapia. Su presunto asesino, en tanto, enfrenta una dura situación procesal, con tres agravantes que le impedirían escaparse de la pena de prisión perpetua.
La “alevosía”, por las lesiones descritas en su rostro, está más que probada, mientras que la calificación de “criminis causa”, comprendida como el hecho de matar para ocultar un primer delito, el de lesiones, por ejemplo, tampoco sería un inconveniente al momento de ser probado.
El de “femicidio”, o violencia de género, también está demostrado, pues no sólo se requiere probar la relación de pareja, sino el hecho de ejercer un acto de violencia sobre una mujer, ya que este es el espíritu de la ley. De esta manera, la suerte de Chocobar estaría prácticamente echada, a menos que el “asesino imaginario” del que habla aparezca.
 
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