Derrapó la cineasta salteña: Lucrecia Martel promueve el consumo de marihuana

En una entrevista con diario Perfil, la cineasta salteña, reconocida a nivel internacional dijo que "después de los 40, debería ser obligatoria la marihuana". ¿La fama avala cualquier tipo de opinión?

Sociedad 17/10/2017

La salteña Lucrecia Martel con su última película "Zama" representará a la Argentina para los premios Oscar y Goya. Pero parece que a medida que la fama se acrecienta, también lo hace el filtro de lo que se puede hacer o decir.

Muchos la consideran la directora más importante de los últimos veinte años en el cine argentino con sus películas La ciénaga, La niña santa, La mujer sin cabeza y el corto Rey muerto.

Primero en la entrevista a Perfil consideró que "las series son una vuelta atrás en el lenguaje audiovisual", a contramano de lo que ocurre con el consumo televisivo a nivel mundial, donde las series cada vez son más elegidas.  

—¿Por qué son una vuelta atrás? le preguntaron: 

—Es más difícil el daño que hace algo de calidad. Hay unas posibilidades a las que estaba llegando el cine, que las series han ocupado el consumo del cine de autor y lo que eso significaba en la cultura, en términos de intercambio. Son narrativas muy conservadoras, y con una dinámica de televisión, de los diálogos cargados de información, mucho mejor hecha. No podés comparar House of Cards con Chips, ponele. Pero si comparás con las posibilidades a las que estaba llegando el cine, la complejidad narrativa-audiovisual, es un paso para atrás.

Luego le preguntaron por su visión respecto al argentino como público, a lo que respondió: 

—A mí me parece que el consumo de marihuana le hizo muy bien al público. Espero que la pacatería que avala el alcohol y prohíbe la marihuana no impida ese camino de experimentación que estaba haciendo una gran parte de la sociedad. No digo a los jóvenes, porque los jóvenes no necesitan ninguna droga, pero sí para la gente mayor. Después de los 40, debería ser obligatoria la marihuana. Te relaja un poco a la persecución, y te entrega un poco a la percepción de una manera corrida.

En definitiva, ni el arte ni la fama avalan a que cualquiera pueda opinar libremente sobre algo que tanto daño hace en miles de personas.

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