El último manotazo de ahogado de los buitres de siempre…

Mediodía agitado. Los carteles de los bancos y casas de cambio que anuncian con rojo furioso el valor del dólar, atraen como moscas a los transeúntes que, vaya uno a saber con qué fin, capturan con sus celulares la instantánea del minuto a minuto.

Opinión30/08/2018
dolar sube incertidumbre

Ese mismo que los canales de noticias replican en el lugar que antes ocupaba el clima o la hora. Como condimento, para tornar más picante y marketinera la situación, algunos intercalan el valor de la moneda extranjera, con el riesgo país y la tasa de interés. Allí están, los buitres carroñeros, los que se alimentan y gustan reproducir la miseria, para recordarnos la decadencia cultural y moral que supimos conseguir pero que somos incapaces de reconocer.

Traidores a la Patria eran los de antes y los de hoy. Esos que se acomodaron con cada gobierno y atestaron sus arquillas con los recursos del pueblo. La Patria financiera proclamada enemiga en los 70 por las organizaciones armadas de izquierda, la bella juventud endiosada por el gobierno popular hoy juzgado por actos de corrupción que vomitan millones y millones de dólares en negociados con aquellos que decían combatir por vende-Patria. Profecía autoproclamada: el anticapitalismo financiado por el capitalismo, incoherencia huérfana hasta hoy.

Es indudable, cada centavo de dólar que escala, es el grito desesperado de empresarios y grupos de poder que extrañan el piedra libre del kirchnerismo, y los que le precedieron en tal connivencia, que se vieron condenados con la imprescriptibilidad de los delitos de corrupción. Los que tiran la piedra y esconden la mano, ambicionando iracundamente amedrentar al pueblo y al gobierno con sus declaraciones apocalípticas que, lamentablemente, logran calar en ciertos sectores sociales paralizados por el miedo y la coyuntura, incapaces de indagar lo que hay detrás.

Se devaluó la capacidad de engañarnos, esa es la razón para semejante manotazo de ahogado. Exceptuando quienes deben sostener el relato porque están tan sucios por haberse metido en el lodazal rebalsado de dinero mal habido, o los salpicados por ser cómplices en la acción u omisión, no hay argentino que pueda negar el grado de corrupción, el vaciamiento del Estado como modus operandi de una clase política inescrupulosa a la que permitimos gobernar gracias a nuestro individualismo acérrimo. Sí señores, esa constante mismidad que nos llevó en todas las épocas a seguir el canto de sirena de turno.

Nunca más

Es momento de asumir responsabilidades, y aquí podremos llegar hasta donde la expectativa de vida nos lo permita, pues lo único que extingue el delito es la muerte. La lista es larga, diría que cuasi interminable, pero vale la pena hacer el intento, seguramente los que omita lejos de enojarse se contentarán.

La autoproclamada dorada generación de rebeldes anticapitalista de los ´60 y ´70, por tomar las armas contra un gobierno democrático dando inicio a una ola de violencia sin precedentes. Los empresarios, medios de comunicación, Iglesia y sociedad, por golpear las puertas de los cuarteles y poner a los militares a cumplir una tarea que los condenaría. Los jefes guerrilleros, por traicionar a sus filas y llenarse de plata en el exilio gracias al perverso capitalismo. Y los que siguieron, por los indultos, la manipulación del pasado, el endeudamiento del Estado amparado en un asistencialismo nefasto y su concomitante empobrecimiento cívico.

Somos responsables, todos, sin excepción. No por votar mal, guiados por engaños. Sino por no ser capaces de asumir que en una democracia es el pueblo quien elige en quien delegar la representación. Menem no lo hizo solo. La mayoría lo ayudó, esa que disfrutó de su burbuja hasta que explotó y no le quedó otra que soltarle la mano, negarlo como Pedro, para luego resucitarlo envuelto de un halo mágico en la crisis económica que sobrevino. Kirchner y Cristina no robaron solos, claro está que hubo una mayoría que los cubrió porque se vieron beneficiados por sus dádivas materializadas en indemnizaciones millonarias, puestos en la Administración Pública que se reprodujeron como los panes y los planes sociales.

Esa mayoría que les dio la espalda cuando no hubo más monedas de oro en la olla al final del ficticio arcoíris. El poder de la perversión en su esplendor emerge de la facticidad de las urnas desmentida posteriormente por discursos de apoyo, en algunos casos institucionalizado y, en otros, solapado. Un discurso retorcido que dice basta con las palabras pero “que siga la joda” con la gestualidad de la billetera. Gataflorismo bien argentino, que muestra toda su pobreza cuando pide un futuro diferente pero reniega la necesidad de cambiar de dirección.

Ya lo decía Einstein, si buscas obtener un resultado diferente, no puedes seguir haciendo las cosas de la misma manera. No podemos recuperar la economía perdida perpetuando una política de despilfarro. Todos nosotros, tornamos impopulares los ajustes y la consiguiente decisión de la clase política de turno de no hacerlos para evitar cavar su propia tumba política.

Sincerémonos, no seamos hipócritas, ya no quedan recursos ni tiempo para serlo. Mientras echamos la culpa al gobierno de turno de la suba del dólar, la inflación, la caída del salario, etc, etc, los buitres de siempre están haciéndose una nueva panzada financiera.

En tanto nos auto-boicoteamos poniéndonos en el lugar de víctimas alguien acciona robándonos una migaja más del futuro de nuestros hijos. Nadie quiere asumir los costos de un mal manejo del Estado enquistado culturalmente. Quizá parte de la viveza criolla es ser fiscales compulsivos en un juicio que vemos por TV. Si no queremos pasar a formar parte de la fila de Traidores a la Patria, comencemos por contribuir con el cambio. Es más simple de lo que parece, pues empieza por casa. Educando a nuestros hijos en la responsabilidad y la incorruptibilidad como valores irrenunciables. No olvidando que se enseña con el ejemplo, nadie escapa a la facticidad de los hechos. La corrupción es cultural, justificar los pequeños actos por la existencia de los grandes es prueba suficiente de la decadencia moral.

Nuestra historia es cíclica, lo positivo de ello es que todo el tiempo nos da la chance de aprender del pasado, lo malo, es que nos recuerda que nada hemos aprendido. Nuevamente estamos como Nación en una encrucijada: podemos seguir esquivando madurar tirando la pelota fuera de la cancha o ponernos los botines y salir a pelear por el campeonato. No hay gloria real sin sacrificio, no hay cambio posible si perpetuamos un modelo de juego que nos llevó sistemáticamente a la derrota.

Leamos entre líneas lo que hay detrás del minuto a minuto del dólar, exijamos acceder al dato de quienes están detrás de esta corrida, castiguémoslos no comprando sus productos, no recomendando sus marcas, apagando la tele, no comprando los diarios o leyendo sus noticias, negándonos a escuchar y repetir sus relatos funcionales, denunciando sus avivadas desde donde quiera que operen. Exijamos a nuestros representantes eficiencia en el manejo de nuestros recursos, a la justicia celeridad en el juzgamiento de quienes nos robaron el presente y la esperanza de un futuro diferente, a los periodistas que dejen de insultar nuestra inteligencia y a nuestros compatriotas levantar la mirada del propio ombligo para unir fuerzas contra la inmadurez cívica que nos aqueja. 

Por Lic. Maria Florencia Barcos para InformateSalta

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