Cómo era la vida de Antonela Roccuzzo antes de Lío Messi: su vida familiar, la gimnasia deportiva y el fallecimiento de su amiga
Medios12/12/2021El día que Lionel Messi ganó su séptimo Balón de Oro, los futboleros aplaudieron porque se impuso al polaco Robert Lewandowski y le sacó dos balones de ventaja a Cristiano Ronaldo, pero en redes los/las románticos/as viralizaban la imagen del jugador observando extasiado/enamorado a su mujer con la consigna “Mirame como Lio mira a Anto”. Y no solo eso. Se supo que en un momento la organización del evento le pidió a Antonela que se corriera unos metros para sacarle una foto al jugador y sus hijos, sin su presencia, pero Lio lejos, de acaparar los flashes, le pidió a su esposa que no se fuera, que se quedara ahí, a su lado. Si existiera un “Románticómetro de Oro”, ese día también se lo llevaba Messi.
El matrimonio Messi/Rocuzzo encontró la fórmula para ser famoso sin ser escandaloso. Entienden el fanatismo, se dejan fotografiar, comparten fotos de su intimidad, pero no ostentan, no polemizan, no alardean de lo que poseen ni de lo que son
De Messi se sabe casi todo, no tanto porque a él le guste contar sino porque a los periodistas les gusta investigar. De Antonela se sabe un poco más que nada; hizo de la discreción una forma de vida. Jamás concede entrevistas, protagoniza portadas ni realiza declaraciones.
Valga un ejemplo. En todos los años que vivió en España nunca dio un reportaje a la revista especializada en realeza, publicación ante la que el mismísimo Mario Vargas Llosa sucumbió. En redes cuenta con 19 millones de seguidores pero no las utiliza para mostrar/ostentar su vestuario ni sus carteras ni sus viajes ni sus canjes. En su Instagram hay muchas fotos de sus hijos, de su pareja -¡que es Messi!-, de vida sana. Hay pocos “chivos”, y los que aparecen son tan discretos que logran el sueño de todo publicista: no se advierten como publicidades. Algún desconfiado argumentará que en el muro de su cuenta no aparece una sola imagen donde ella salga mal o mínimamente despeinada, pero eso parece más fruto de una gran fotogenia y de una linda vida
Antonela nació el 26 de febrero de 1988, el 24 de junio del año anterior llegó al mundo un tal Lionel Messi. Ambos nacieron en Rosario. Cuando Antonela se asomó al mundo, los Roccuzzo eran una familia sin apremios económicos. No siempre había sido así. Lele, su abuela paterna, era la propietaria de una pequeña despensa. Con horas de esfuerzo y trabajo, el local de barrio se convirtió en supermercado. El negocio se expandió y José, hijo de Lele y padre de Antonela, comenzó a trabajar en el emprendimiento familiar. Poco a poco crecieron. En 1990 abrieron una sucursal; hoy cuentan con siete sedes en Rosario y las cercanas Granadero Baigorria y Capitán Bermúdez, y emplean más de cien personas
En la caja era común ver a Patricia Blanco, la esposa de José. No solo crecía el negocio, también la familia. Patricia y José primero fueron papás de Paula, luego llegó Antonela y finalmente Carla. La mamá fue dejando sus tareas en el supermercado para dedicarse a la crianza de sus hijas.
Las tres hermanas eran muy distintas y su mamá se preocupó por criarlas “independientes, que supieran desenvolverse”. Paula, quizás por ser la mayor, era la más controladora, Carla la más práctica y racional, y Antonela, en el medio, la más equilibrada y que nunca dramatizaba mucho, según las describió alguna vez su mamá en la revista Hola. Las juntadas familiares eran enormes y comenzaron a organizar “los no cumpleaños”, una celebración familiar propia donde se reunían a festejar los cumpleaños de todos
Sin necesidades económicas, los Roccuzzo solían pasar sus vacaciones en Buzios y Florianópolis. Un año cambiaron destino y fueron a Cuba, cuando Paula cumplió 15 viajaron a Disney. Para los 15 de Antonela no hubo viaje a Estados Unidos ni gran fiesta en un salón a la noche. El festejo fue mucho más original y descontracturado, un anticipo de lo que sería su estilo: diversión, afectos y discreción. La familia organizó un gran almuerzo con asado para familiares y amigos en la quinta familiar en Roldán. A la noche siguieron la fiesta en un boliche de la zona.
Las buenas vacaciones se completaban con una buena educación. Antonella cursó sus estudios en el Centro Educativo Latinoamericano. La escuela fue fundada en 1875 por la Iglesia Evangélica Metodista Argentina y es una de las más tradicionales de Rosario. Allí Antonela aprendió inglés, idioma con el que hoy se comunica sin problemas.
Pese a lo exigente de la escuela, Antonela tenía tiempo para su otra pasión: el deporte. Durante seis años dedicó cinco horas diarias, tres veces por semana, a la práctica de gimnasia deportiva que realizaba en el Club Gimnasia y Esgrima. Se entrenaba duro pero a los 13 años, tal vez aburrida de aquella rutina, le puso fin.
En la misma ciudad, tan lejos, tan cerca, crecía Messi. Mientras Antonela era alumna de una escuela privada, Lionel era alumno de una escuela pública, la N° 66, General Las Heras. Anto pasaba tardes en el gimnasio entre vigas y volteretas y Lionel desde los cuatro años deslumbraba con la pelota. Fue en ese tiempo donde ambos aprendieron el valor del esfuerzo, de entrenar duro para conseguir las metas y no solo agradecer el talento innato.
Entre juegos con sus hermanas, clases y deporte, Antonela tenía tiempo de ir a visitar a su tía Laura, hermana de su papá, y a su primo, Lucas Scaglia. Cuando la prima llegaba, Lucas casi siempre estaba con una pelota. Jugaba en las categorías inferiores del Newell’s Old Boys y el fútbol era su pasión. En el club se había hecho amigo de un chico algo bajito para su edad, muy tímido, pero con magia en sus pies: un tal Lionel Messi. Tan compinches eran que los Scaglia lo invitaron a pasar unas vacaciones en Mar del Plata
No se sabe muy bien si fue en la playa o en la casa de Rosario, pero un día Lionel conoció a la prima de su amigo. En ese momento ese pibe de 9 años se dio cuenta de que su corazón podía latir más fuerte que cuando metía un gol de tiro libre. Ya tenía una pasión, la pelota, pero ahora tenía un amor: Antonela. Dicen que luego de ese primer encuentro, Lio le escribió una carta donde le aseguró que “algún día vamos a ser novios”. ¿Mito? ¿Verdad? Hay historias que parecen mentiras pero que al escucharlas nos gusta pensar que son ciertas
Los chicos se siguieron viendo. Seguramente habrán jugado a la mancha y al poliladron, y vaya a saber si Lio no aceptó alguna vez sostener el elástico, ese juego donde las chicas saltan y los chicos, enamorados aceptan, sostener ese piolín que se estira solo por estar un ratito más cerca de esa nena que tanto les gusta.
A los 11 años, Leo vivió uno de los peores momentos de su vida: le diagnosticaron una deficiencia de la hormona del crecimiento. Nunca contaron si Anto supo ese problema, pero si lo supo seguro que lo abrazó, porque eso hacen los amigos, aunque solo tengas 11 años.
A los 13, Leo y su familia viajaron a España. El nene con magia en los pies comenzaba en Barcelona su camino a ídolo de multitudes y futbolista que haría historia
Del otro lado del océano, en estas pampas, Antonela continuó con su vida de adolescente. Terminó el primario pero siguió en el mismo colegio donde estudió Bachiller con orientación en Humanidades y Ciencias Sociales. Se recibió sin problemas y se anotó en la universidad. Primero estudió odontología en la Universidad Nacional de Rosario, pero el entusiasmo duró poco, apenas seis meses. Entonces probó suerte con Comunicación Social, donde cursó un año de carrera.
Con Lio en España y mientras estudiaba, Anto tuvo un amor adolescente. El muchacho era también rosarino y compañero de colegio, y aunque hay alguna foto suya circulando en la web, no hay manera de saber su nombre. Salieron tres años.
No fue una fiesta ni una entrega de premios lo que volvió a unir a Anto con Lionel. Era 2005 y lejos quedaba el recuerdo de la crisis del 2000 donde todos los Rocuzzo pusieron el cuerpo para que sus supermercados no fueran saqueados. Cuando ese año pasó a la categoría mal recuerdo, el destino decidió trompear a Antonela. Úrsula Notz, su mejor amiga, falleció en un accidente. Su dolor fue tan grande como inexplicable. “Antonela tenía 17 años y lo pasó muy mal, estuvo varios días sin ir al colegio”, contó una de sus amigas en la revista Para ti, en 2010. El jugador estaba en la Argentina y, cuando se enteró, dejó todos sus compromisos para acompañar a su amiga, como hacen los amigos, como hacen los que se convierten en indispensables en nuestra vida
La morocha cortó con su primer novio; dicen que hasta el día de hoy el muchacho se consuela con una sonrisa pícara y sin rencor: “Y bueno... me dejó por Messi”. Antonela reconoció que salía con Lionel un Día del Amigo, el 20 de julio de 2007, cuando reunió a sus amigas en la quinta familiar. Con 21 años se mudó a España. No fue fácil cambiar Rosario por Barcelona: al principio iba y venía cada tres meses. Diciembre no se negociaba, siempre lo pasaba con los Roccuzzo.
El noviazgo siguió alejado de los flashes. Recién en enero de 2009 Messi, durante una entrevista televisiva en TV3, admitió: “Sí, tengo novia. Está en Argentina. La verdad que estoy bien y estoy tranquilo”, dijo, sin entrar en demasiados detalles
La confirmación de la relación ocurrió en el Mundial de Sudáfrica 2010 cuando por primera vez posaron para la cámara. Roccuzzo viajó a Barcelona y se instaló en la casa de Lio, ubicada en Castell De Fels. Allí pasaba sus días entre visitas de familiares y amigos, rutinas en el gimnasio y las clases de inglés.
En 2012, nació su hijo mayor, Thiago, en 2015 Mateo y el hijo menor, Ciro, que llegó al mundo en 2018
Desde entonces la discreción es parte del mundo Anto y Lionel. Ni siquiera cuando les pasan hechos desagradables hacen “portación de apellido”. En 2015 un grupo de encapuchados asaltó a los padres de Antonela en su casa en el country Mirasoles Funes Hill. Según las crónicas, luego de maniatarlos, les robaron joyas, dinero y relojes, a ellos y otras dos familias. Pese a la violencia del hecho delictivo, no hubo declaraciones.
La boda se hizo esperar. Fue el 30 de junio de 2017. Lio no pidió cerrar el Luna Park o hacerla en la Bombonera, como hizo el mítico Diego Maradona para su casamiento y los 15 años de Dalma. Fue en un hotel de lujo rosarino y hubo 260 invitados, pocos comparados con los 1200 al que invitó el otro 10 en su época de gloria. Eso sí: asistieron Neymar, Luis Suárez, Piqué con Shakira y muchos otros cracks del fútbol que vinieron especialmente a este lugar del mundo
Anto sigue manteniendo un vínculo fuerte y único con sus hermanas. Paula, la mayor, se recibió de abogada. Vive en Rosario, está casada con Lisandro Tato Debernardi y tiene dos hijos. Carla, la menor, se recibió de médica en la Universidad Nacional de Rosario y fue la elegida para ser la madrina de la boda de Antonela y Lionel. En plena cuarentena se separó de Derek Pipolo, un neurólogo estadounidense que fue su pareja por al menos seis años y que conoció en la facultad. Vivió en Bariloche pero ahora está instalada en Buenos Aires. En 2014, Antonela lanzó con sus primos un emprendimiento de ropa infantil.
Aunque podría vivir una existencia rodeada de ostentación y lujos, Antonela prefiere que “lo cotidiano se vuelva mágico”. En Barcelona solía ir a desayunar con su amiga Sofía Balbi, la esposa de Suárez. Nunca se la ve en alfombras rojas y si asiste a algún evento exclusivo no pide nada extravagante. Le gusta entrenar, pasar tiempo con su familia o con amigos y en lo único que “tira la casa por la ventana” es en las vacaciones cuando, como describe la revista Vanity Fair, “pasa unos días a todo trapo en Ibiza donde incluyen jornadas a bordo de un yate de lujo a 54.000 euros por semana y se alojan en casas en las zonas más exclusivas de la isla a unos 10.000 euros por noche”.
Jamás dan notas juntos y una de las pocas veces que lo hicieron fue como favor a Nico Vázquez gran amigo de la familia. Grabaron una participación para la promo del programa, donde Nico le preguntó a ella en qué año debutó Leo en Barcelona. Antonella respondió “en 2003″, pero Leo, que en realidad tuvo su primer partido el año siguiente, fue el encargado de hacerle saber que la respuesta era incorrecta. Luego el actor le preguntó a Leo cuánto pesó Thiago al nacer y contestó “tres kilos cien”, pero Antonella le dijo que la cifra exacta era 3,050 kg, ante las protestas de él
El año pasado Antonela accedió a una entrevista para la revista Marie Claire. Habló de sus hijos: “Espero que sean buenas personas, amables, responsables y, por supuesto, felices”. Contó lo difícil que es para ella permanecer alejada de sus seres queridos. “Echo de menos poder estar con mi familia y amigos. Después de tales situaciones, nos damos cuenta de que las cosas más simples son las más valiosas. Esto es exactamente lo que anhelo, es decir, tomar café con mis amigos, llevar a mis hijos de la escuela y visitar a mi familia. ¿Cuál es mi mensaje? Hace un tiempo, leí una frase de Nikki Panas que me gustó y que decía: ‘No debemos olvidar disfrutar de las pequeñas cosas porque nunca son tan pequeñas como pensamos’”.
Quizá por eso lejos del estilo botinera mediática elige el discreto segundo plano. Sabe que está casada con un ídolo al que todo el mundo mira pero él... él solo la mira a ella.