



Uno de los momentos cumbres que nos regaló la política y los medios durante la semana fue el tenso intercambio entre el ministro de Desregulación, Federico Sturzenegger, y Luis Majul, cuando el ministro celebró la supuesta creación de empleo durante el primer año de gestión de Javier Milei.
Frente a las críticas por los despidos masivos en el Estado de 50 mil trabajadores, el funcionario afirmó que, gracias a eso y los 2.000 millones de dólares que se ahorraron y se “devolvieron a los argentinos”, hoy "Argentina tiene más empleados privados que hace un año".
Sin embargo, el análisis de los datos oficiales (que el ministro debería conocer) revela una dinámica preocupante: solo crece el trabajo informal, mientras el empleo registrado sufre una significativa retracción, afectando especialmente a las pequeñas y medianas empresas y al sector público.
Pero no solo eso, tampoco se frena la destrucción de empresas, sobre todo en el segmento de las PYMEs, y el registro de empleadores sigue cayendo.
Ante el interrogatorio de Luis Majul sobre el impacto social de los despidos estatales, Sturzenegger respondió con una frase provocadora: "Está mal formulada la pregunta. No me tienen que preguntar por los 50.000 ñoquis que se quedaron sin trabajo. Me tienen que preguntar por los miles de puestos que se crearon cuando le devolvimos 2.000 millones de dólares a los argentinos porque no tenemos que pagar esos 50.000 puestos de trabajo".
Acto seguido, el ministro presentó una cifra precisa: "Hoy hay 13,3 millones de personas ocupadas; hace un año había 13,1 millones". El dato es correcto y surge del informe del Mercado de Trabajo que el INDEC publicó para el primer trimestre de 2025. Sin embargo, omite una distinción crucial: el aumento se explica exclusivamente por la expansión del empleo informal.
Crece el empleo informal, cae el empleo registrado
Entre el primer trimestre de 2024 y el de 2025, la cantidad de personas ocupadas sin registro pasó de 5.351.000 a 5.575.000, lo que implica un crecimiento neto de 224.000 trabajadores. En cambio, el empleo formal experimentó una contracción: los asalariados registrados, tanto del sector privado como del público, pasaron de 7.763.000 a 7.684.000, una caída de 79.000 puestos.
Este deterioro en la calidad del empleo no es menor. Implica una pérdida de derechos laborales, protección social y acceso al sistema previsional. En términos prácticos, muchos de los nuevos trabajadores ocupados carecen de cobertura de salud, aguinaldo, vacaciones pagas o jubilación. A su vez, el crecimiento del trabajo informal suele estar vinculado a empleos de baja calificación, ingresos inestables y menor productividad, lo que compromete tanto el bienestar individual como el desarrollo económico general.
Una radiografía del empleo en retroceso
El habitual informe del Centro de Economía Política Argentina (CEPA), elaborado a partir de los registros de la Superintendencia de Riesgos del Trabajo (SRT), permite dimensionar con mayor precisión la magnitud del fenómeno. Analizando los primeros dieciséis meses del gobierno de Javier Milei —de noviembre de 2023 a abril de 2025— se constata un retroceso pronunciado en el empleo registrado y en la cantidad de empleadores formales activos en el país.
Durante ese período:
Se perdieron 237.445 puestos de trabajo registrados en unidades productivas, lo que representa una caída del 2,41%.
La Administración pública fue el sector más afectado en términos absolutos, con 138.617 empleos menos.
En términos relativos, el sector de la construcción lideró la caída con una reducción del 17% en su dotación de personal formal.
Se redujo el número de empleadores registrados en 15.557 casos, siendo el sector de “Servicios de transporte y almacenamiento” el más perjudicado, con 3.898 bajas.
Pero más allá de los sectores específicos, el estudio destaca una tendencia preocupante: la pérdida de empleo formal y la desaparición de empleadores se concentran de forma abrumadora en las pequeñas y medianas empresas.

PyMEs y grandes empresas: distintas respuestas, mismo impacto
El análisis segmentado por tamaño de empresa revela matices significativos. Si bien casi el 100% de las bajas de empleadores se produjo entre firmas de menos de 500 trabajadores, el grueso de los despidos se registró en compañías de mayor tamaño.
Entre noviembre de 2023 y abril de 2025:
Las empresas con más de 500 empleados redujeron su plantilla en 206.085 trabajadores registrados, lo que representa el 87% de la pérdida total.
Las pequeñas y medianas empresas —menos de 500 empleados— disminuyeron su personal en 31.360 casos, un 13% del total.
En términos porcentuales, las grandes firmas achicaron su personal en un 4,31%, mientras que las PyMEs lo hicieron en un 0,62%.
Este dato revela un doble efecto. Por un lado, las grandes empresas tienen una mayor capacidad de reacción frente a cambios en las condiciones macroeconómicas, lo que las lleva a ajustar su dotación de personal de manera más rápida y contundente. Por otro lado, la desaparición de miles de empleadores pequeños indica un fenómeno estructural más grave: la destrucción de unidades productivas enteras.

¿Un modelo de recuperación excluyente?
El discurso oficial insiste en celebrar la recuperación macroeconómica basada en el superávit fiscal y la desaceleración inflacionaria. Pero esa mejora no se traduce, al menos por ahora, en mejores condiciones para los trabajadores formales. Por el contrario, los datos muestran una reconfiguración del mercado laboral hacia esquemas más precarios y desprotegidos.
El contraste entre el discurso gubernamental y la evolución efectiva del empleo plantea interrogantes de fondo. ¿Es sostenible una recuperación económica basada en el recorte del gasto público, la informalización del empleo y la contracción del mercado interno? ¿Cuál es el costo social de reemplazar puestos estables y registrados por ocupaciones informales y de baja calidad?
El mercado de trabajo argentino se está transformando, y no necesariamente en beneficio de la mayoría de los trabajadores. La foto de los "13,3 millones de ocupados" que mostró Sturzenegger es real, pero incompleta. Es, en todo caso, una postal de un país donde el empleo crece... pero a costa de la calidad y los derechos de los trabajadores.











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