A 35 años de Malvinas: “Fuimos a dar nuestra vida para defender nuestra patria”

Sebastián Encina, salteño, militar, excombatiente, hombre, esposo, padre, abuelo. Durante el combate armando contra Inglaterra estuvo a cargo del quirófano de traumatología de hospital Malvinas.

Sociedad02/04/2017Romina Dominguez AldunateRomina Dominguez Aldunate

“Tenía 24 años cuando fui a la guerra”, contó sentado sosteniendo un álbum de fotos, la muestra viviente de su experiencia en Malvinas. Lleva puesto un traje muy elegante y su corbata tiene el diseño de las islas, en la redacción de InformateSalta relató el antes y el después de su experiencia. Pasaron 35 años y lo recuerda como si fuese ayer. 

Lleva grabado en su memoria los ruidos de la guerra, de las bombas pasando por encima del Centro de Interfuerza Médico de Malvinas (SIMM), donde fue el encargado del quirófano de traumatología. Su nombre, Sebastián Encina, suboficial mayor enfermero general, llegó a la isla el 14 de abril de 1982 y volvió a casa el 21 de junio.

“Estaba parado en el quirófano con un soldado sin una pierna en la camilla”, recuerda con detalle. “Sentí el ruido de las bombas, cerré los ojos, no sabía si iba a caer sobre nosotros. Perdí la concentración. El doctor Barrera me miró `ey la mente acá, la mente acá´, me dijo señalando la camilla. Puso música y seguimos operando”. Uno de sus tantos relatos.

Al recibir la notificación que iba a viajar a Malvinas se preparó para cumplir con el juramento que hizo desde los 16, defender la patria, la bandera y la soberanía. En Buenos Aires quedó Graciela, quien fue su esposa por largos años y sus hijos de cuatro y dos años. “Todos los que viajamos fuimos a ofrendar nuestra vida”, reconoció.

En el quirófano de traumatología, por donde pasó el 90% de los heridos, atravesó  la mayor parte de su tiempo y reconoce que a veces hubiese preferido ir a la batalla, antes que escuchar las bombas estrellarse a metros del hospital y el dolor de todos aquellos que fueron alcanzados por las esquirlas de los explosivos. “Las noches eran aterradoras”.

Comenzaba a cursar su segundo mes en la isla, hacía frío y llegó un alerta, ingresaron cinco heridos. Entró al quirófano y un soldado de 19 años sobre la camilla, que estaba bajo los efectos de la morfina, lo miró y lo agarró. “Curame rápido, porque yo quiero volver allá, a ayudar a mis compañeros. Allá los estamos atajando. No se preocupen, no los vamos a dejar llegar, allá los estamos atajando”, le dijo sin siquiera darse cuenta que ya había perdido un pie. “Ese fue el mensaje que me dejó la guerra, el de un soldado de 19 años con valor y compañerismo”, contó con su mirada cristalina.

Mientras trabajaba sin descanso operando y asistiendo en la sala de internación muchas veces lo invadió el miedo. “Sí, pensé que podía no volver a casa al escuchar las bombas y las esquirlas estrellándose contra techos y paredes, pero me aferré a Dios y a la Virgen y confié. Hoy puedo estar contando esta historia, de que fuimos a Malvinas a defender nuestra patria”, dice con orgullo.

El 14 de junio de 1982 llegó la rendición y tras atender a los últimos heridos partieron de regreso. Llegaron a Puerto Madryn y fueron trasladados al Spac General Lemos. Sebastián y los miembros de su unidad fueron trasladados a la base miliar de Villa Martelli el 20 de ese mes y fueron recibidos con honores por sus compañeros que no habían sido reclutados. “Estas vivo, estás vivo, me dijeron al bajar del colectivo de la línea 67. Es que hubo mucha información errónea en la lista de sobrevivientes”, resalta.

En la madrugada volvió a casa y se reencontró con su familia. “Fuimos soldados y fuimos a dar nuestra vida para defender nuestra patria, mis 649 caídos, los 34 salteños que cayeron en combate”, repite una y otra vez. Dos años después pidió el pase a Salta, su provincia natal y ese fue el último destino de su carrera. Se jubiló en el 2008 del Hospital Militar. 

Mientras junta sus fotos, las que atesora, reconoce, “hubo un antes y un después de la guerra, el después nos deja algo muy triste, dicen que Malvinas es una cuestión de Estado, pero hubieron Estados ausentes hacia sus veteranos de guerra. Nos faltó la contención psicofísica, nosotros hablamos de los 649 caídos en combate, pero también de casi 800 suicidios después de la guerra, que fueron más que los que cayeron en combate. Es una deuda que tiene el Estado para los veteranos y sus familias”.

Últimas noticias
Te puede interesar
Lo más visto

Recibí en tu mail los títulos de cada día