Los clubes salteños, rehenes del accionar de los barras

Juventud Antoniana y Central Norte se ven obligados a hacerse cargo de los daños que ocasionan los mal llamados hinchas. Ambas dirigencias sostienen que el problema nada tiene que ver con el fútbol sino que está vinculado a cuestiones de poder y droga. Temen consecuencias fatales para las instituciones.

Deportes 06/02/2018
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Más allá de la rivalidad que los enfrenta en la cancha, Juventud Antoniana y Central Norte, dos de los clubes más populares de la provincia de Salta, comparten una problemática: la violencia de sus hinchadas.

Ayer, el asesinato de Ricardo “Pitelo” Burgos, quien en algún momento fue el jefe de la hinchada de Central Norte conocida como “La 12”, generó una ola de comentarios negativos sobre el club, que a través de su presidente Héctor De Francesco, rápidamente se desvinculó de los hechos. “La casa es sagrada y el club no tiene nada que ver”, señaló.

En Lerma y San Luis, la situación no es diferente. Basta recordar que una pelea entre dos facciones de la hinchada del “Santo” obligó a la suspensión del partido ante San Jorge y Tucumán, que los dirigidos por Gustavo Módica ganaban por un gol de diferencia. Si bien el club no quedó eliminado y el partido se reanudará mañana, deberán hacerse cargo de todos los gastos, suma que superaría los de 150 mil pesos.

Al respecto, José “Pepe” Muratore, presidente de Juventud, en diálogo con InformateSalta, también marcó distancia con últimos sucesos. “El club no se puede hacer cargo de la imprudencia de los hinchas, el domingo no entraron a la cancha, y se mataron a la vuelta, para mi no son hinchas, no piensan en nada”, expresó.

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Al igual que su par de Central Norte, sostuvo que el problema está vinculado a la droga. “Es un problema social que se traslada a las canchas de fútbol, donde dirimen los problemas que hay entre barrios, los clubes somos rehenes de los problemas que ellos tienen”, manifestó.

Ante los incidentes, la dirigencia decidió prohibirles el ingreso, y analiza jugar solo con socios, medida que sin embargo, podría condenarlos a una quiebra. “No podemos jugar a puertas cerradas, porque nos fundimos, en Juventud hay 180 socios que pagan la cuota, que son 36 mil pesos al mes, mientras que abrir el estadio nos cuesta más de 100 mil”, sostiene.

La decisión de los clubes, según sostienen, exige también el acompañamiento del Estado y de la policía. “Yo pienso que nos tenemos que juntar todos y ver que solución le damos”, precisa Muratore.

Lo cierto es que una vez más los clubes son rehenes de los barras, quienes lejos de demostrar el supuesto amor que sienten por los colores, lo único que hacen es manchar la institución. Ojalá algún día cambie.

 

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