


Caprichos de Salta: El Instante
Salta está llena de caprichos, todos ellos recorren cada uno de los rincones de nuestra ciudad para algunos de manera inadvertida y para otros no. No te pierdas una nueva entrega de la ficción de Javier Camps en InformateSalta.
Cultura07/02/2019
Me dijo Daniel, mientras gastábamos las horas de una siesta cualquiera en la mesa de un bar, que algunas veces la vida se le mostraba misteriosamente generosa.
-Un día, después de una noche fatigada y, por cierto, muy interesante descubrí que podía entender todas las palabras que conocía como nunca antes. Inclusive, aquellas que jamás había escuchado o pronunciado me eran accesibles. Mejoré mi vocabulario notablemente y me topé con ideas que jamás hubiera buscado. Aprendí a expresarme de una manera superlativa. Fui inmensamente agradecido. No sé bien a qué o a quién.
Supe inmediatamente de que estaba hablando, no me fue difícil entenderlo. La vida es un océano de nada con archipiélagos de momentos que le dan sentido a todo. No es lo mismo estar perdido sin saberlo que teniendo plena conciencia de andar a la deriva. Nuestros ancestros recorrían el espacio y el tiempo buscando… ¿buscando comida? No siempre. La búsqueda de un sentido de la vida es tan vieja como la explosión que dio origen a la conciencia de los humanos. Es más, son hermanas. No se puede andar por afuera sin entender que también se camina por adentro… ¡Al mismo tiempo!
Buscamos instantes. Instantes que son como estaciones de supervivencia donde aprovisionarse de lo necesario para seguir adelante.
Me cuenta Daniel, también, de un amigo suyo que supo alejarse del mundo sin perderlo de vista, logró, con mucho esfuerzo y llevando una tenaz lucha con la primera tristeza que surge del exilio, llevar una vida más saludable que la del resto de la gente. Se llevó sus huesos a un claro de la selva a espaldas del pueblo Vaqueros. Arrancó viviendo en una carpa; se hizo la casa; hizo su huerta; construyó su Edén. Todos sus afectos lo visitaban como quien se mete en la selva, un fin de semana, a visitar al Ucumar, Pie Grande o Tarzán. Terminado el domingo, todos se iban y se quedaba solito. Todas los anocheceres del domingo se repetía en silencio “Todos se van. Nadie se queda. Necesito que alguien se quede”. Un día, un instante, un momento… conoció a una mujer que llegó hasta ahí. La observó sin molestarla durante todo el día. Caído el sol, le pidió que se quedara a vivir con él. Ella le dijo que sí. La única condición fue “Nunca me rompas las pelotas”. Ella le contestó “Vos tampoco”. Ya pasaron muchos años. Él piensa que se la mandaron. Ella quizá piense que la mandaron… la verdad es que siempre hay un instante donde todo se acomoda y la vida se deja ver desnuda y bella. Los deseos nobles se construyen en la cabeza y en el corazón, se hacen tangibles entre las manos y se moldean con la lluvia, el viento y el sol. No es magia, no es divinidad, no es locura… es cómo funciona la vida… un inmenso océano de nada con un archipiélago de instantes que hacen que todo tenga sentido.






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