Tras casi una hora de atraso por los controles sanitarios que se hacen antes de ingresar al Kremlin, Alberto Fernández ya se encuentra con Vladimir Putin para protagonizar un cónclave y un almuerzo a solas que no tiene antecedentes en las historia de las relaciones diplomáticas entre Argentina y Rusia. El Presidente privilegió así su relación personal con Putin y descartó ciertas presiones geopolíticas que recomendaban cancelar su visita a Moscú por la escalada bélica de Rusia contra Ucrania.
La capital de Rusia amaneció totalmente nevada y cuando la comitiva se trasladó desde el hotel Metropol al Kremlin, los termómetros de los celulares marcaban 4 grados bajo cero. Alberto Fernández aguardó en sus habitaciones del Metropol hasta que terminaran los controles sanitarios, y luego se movió en una limusina negra con bandera argentina para iniciar su reunión de trabajo con Putin.
En el Kremlin ya estaban Santiago Cafiero (canciller), Martín Guzmán (ministro de Economía), Gabriela Cerruti (Portavoz presidencial) y Eduardo Valdes (diputado), entre otros miembros de la delegación oficial.
La comitiva se mantuvo afuera de la reunión bilateral. Putin protege su condición sanitaria, hace muy pocos encuentros presenciales, y en esta oportunidad aceptó que Alberto Fernández estuviera acompañado por los traductores oficiales. Uno por cada presidente.
Alberto Fernández y Vladimir Putin, junto a sus respectivos traductores, durante la reunión en el Kremlin
El jefe de Estado sólo viajaba a Beijing invitado por Xi Jinping para participar en la inauguración de los Juegos Olímpicos de invierno. En este contexto, la Casa Rosada solicitó al Kremlin una reunión con Putin en Beijing, y la cancillería rusa propuso que el Presidente visitará Moscú antes de llegar a China.
“Sí”, contestó Alberto Fernández sin dudar.
Y mantuvo su viaje pese al ruido de tambores en Europa y a la crisis política que causó Máximo Kirchner al renunciar como titular de la bancada oficialista en Diputados.
Alberto Fernández valora la ayuda sanitaria que aportó Rusia cuando la pandemia arrasó al país en 2020. El jefe de Estado había tenido un contacto fugaz con Putin en Jerusalem, y a continuación construyó un fuerte vínculo con Moscú que permitió acceder a millones de dosis de la vacuna Sputnik V.
El líder ruso respaldó todas las iniciativas de la Casa Rosada en el G20 para aplacar los efectos económicos de la deuda externa contraída en tiempos de Macri, y será un voto a favor cuando se trate el caso argentino en el board del FMI.
Alberto Fernández estudió la historia geopolítica de la Guerra de Malvinas y conoce el papel que tuvo la Unión Soviética cuando las tropas argentinas enfrentaron en las peores condiciones a los cuerpos de elite del Reino Unido.
A casi 40 años de la derrota en el Atlántico Sur, el presidente agradecerá a Putin la colaboración del Kremlin ante la ofensiva constante de Margaret Thatcher y su actual respaldo a todas las acciones diplomáticas del país para recuperar la soberanía en las Islas.
Alberto Fernández llegó a Moscú y fue recibido por las autoridades de la cancillería rusa
Alberto Fernández llegó ayer al aeropuerto internacional Vnúkovo de Moscú. Fue recibido por el vicecanciller ruso, Sergei Ryabkov, y a continuación viajó media hora hasta el hotel Metropol. Nevaba en la Plaza Roja, y cerca de la medianoche (18 de la Argentina) se reunió con el canciller Santiago Cafiero para prepara el cónclave con Putin.
El líder ruso pretende mejorar los volúmenes de intercambio comercial, profundizar las inversiones en Vaca Muerta y lograr la construcción de una central nuclear, en silenciosa competencia con China. Alberto Fernández y Putin tendrán un encuentro previo y después almorzaran a solas en un bellísimo salón del Kremlin.
Además del encuentro reservado entre ambos mandatarios, está prevista una declaración conjunta frente a la prensa para ratificar los vínculos históricos que unen a la Argentina y Rusia. No habrá preguntas, y menos aún cuando Putin amenaza con invadir Ucrania y transformar la economía europea en un caos sin respuesta aparente.
La gira por Rusia es relámpago: apenas 20 horas. Alberto Fernández y su comitiva no tendrán mucho tiempo para recorrer la Plaza Roja y detenerse en silencio ante la tumba del soldado desconocido, que exhibe una llama encendida para siempre en homenaje a los caídos en la Segunda Guerra Mundial.
Al mediodía (18 horas en Moscú), el presidente abordará un avión charter de Aerolíneas Argentina para viajar hasta Beijing. Al margen de la inauguración de los Juegos Olímpicos, Alberto Fernández tiene previsto dos reuniones clave con XI para profundizar la relación bilateral entre ambos países.
China pretende construir una central nuclear, vender armamento sofisticado, participar en los negocios tecnológicos de Quinta Generación (5G), multiplicar sus inversiones en litio y lograr que Argentina se sume al proyecto geopolítico de la Ruta de la Seda.
Una apuesta muy ambiciosa en medio de la negociación con el Fondo Monetario Internacional (FMI). Joseph Biden desconfía de Xi y Estados Unidos tiene peso decisivo en el directorio del FMI.
No es un secreto de Estado que Alberto Fernández necesita cerrar con el Fondo para evitar un nuevo default de la Argentina.