Juicio a Narcopolicías: contundentes escuchas complican a los acusados
La acusación más dura, sin dudas, gira en torno al grave perjuicio ocasionado a la ciudadanía al gestar un “ámbito liberado” para la comercialización de estupefacientes, totalmente inverso a la principal misión que los policías debían cumplir. Hoy inicia el juicio, te mostramos las ESCUCHAS.
Justicia17/08/2018Tras una minuciosa investigación, la fiscal penal, Gabriela Buabse, pudo saber InformateSalta, tuvo muy claro que Sandra Serrudo y su hijo, Alfredo Thiz, se dedicaban a la venta de drogas, actividad que lograron monopolizar a partir de la asociación con los policías del Sector 5 de Drogas Peligrosas, la cual se gestó de la relación sentimental que la mujer mantenía con el cabo, Pedro Carrizo.
Al respecto, en el requerimiento de juicio, surge que los policías Erazo, Siares, López, Carrizo y Costilla, designados para investigar los ilícitos vinculados a la venta de estupefacientes en esa jurisdicción, se corrompieron al punto tal que pasaron a brindar “protección para que la boca de expendio que funcionaba en el domicilio de Serrudo desarrollara sus tareas de comercialización de estupefacientes, sin contratiempos”.
Esto se encuentra fundamentado en la “transcripción de las escuchas telefónicas y del detalle de mensajes de textos” de los teléfonos de los distintos acusados, quienes “alertaban a la misma sobre posibles investigaciones a fin de que ella no posea sustancia en el interior de su domicilio”.
Asimismo, existen referencias en las que el policía Carrizo “le solicita fotografías de las personas sospechosas “posibles policías” que merodeaban su domicilio”. Por otra parte, existen escuchas que prueban que este mismo efectivo “suministró a Serrudo información vinculada directamente a las labores que el mismo desempeñaba”.
Connivencia
Entre otras conclusiones respecto a esta banda, InformateSalta conoció que se estableció que Serrudo, su hijo y los policías implicados, actuaron “en connivencia a fin de concretar registros domiciliarios de otras personas que se dedicarían también a la venta de estupefacientes, correspondientes al mismo sector y próximos al domicilio de la novia del policía carrizo”.
De esta manera, lograron reducir “otras bocas de expendio en beneficio directo de la boca administrada por Serrudo. Prueba de ello, es la circunstancia de que Serrudo le brindó información a Carrizo sobre “Rafa”, habiéndole incluso mandado fotografías de ese investigado.”.
También se pudo determinar que este grupo de policías presentó ante la misma fiscalía un pedido de allanamiento en la casa de “Rafa”. Curiosamente, los que investigaron a este supuesto narco fueron los policías Erazo, Siares, López, y Carrizo.
El pedido de allanamiento, presentado el 12 de octubre de ese año, fue firmado por el subcomisario López, quien también formaba parte de esa organización delictiva, según el requerimiento de juicio. En otro tramo de la acusación, en tanto, se hace mención a Carrizo como el nexo con Serrudo.
En vista de que habían tenido contratiempos para poder concretar el allanamiento de la casa de “Rafa”, el policía Carrizo comunicó la suspensión de dicho procedimiento a su novia. “Amor te veo a las 18 x eso en santa lucia q cuchito no valla sale para mañana esa pizza”. Con esta última frase, subrayada, quedó en claro que el allanamiento se había pospuesto.
Todo el accionar de los policías, en tanto, tenía la “finalidad” de que Serrudo y su hijo pudieran desarrollar la venta de drogas sin competidores. Para ello, los policías llevaban adelante “procedimientos con el objeto de eliminar otras bocas de expendio” de la zona.
“Todas esas circunstancias señaladas y los elementos probatorios precedentemente detallados, permiten afirmar la existencia de un grupo o banda conformada por los acusados Serrudo, su hijo Thiz y el personal policial, quienes con su accionar afianzaban un ámbito liberado para las actividades comerciales vinculadas a la venta de sustancias estupefacientes, protegiendo puntualmente la actividad que desarrollaban Serrudo y su hijo, y atentando en uso de sus atribuciones policiales contra otras bocas de expendio que podían representar la competencia en dicha zona”, agrega la acusación.
Con estos argumentos, y otros más que surgen de la causa penal, desde hoy la justicia tendrá la firme tarea de analizar, debatir y dictar sentencia en torno a un caso que es una clara muestra del poder del narcotráfico, incluso dentro de las fuerzas de seguridad.