Felipe, un guerrero que libró mil batallas para quedarse con su familia

Hoy, 17 de Noviembre en Argentina se celebra el Día del Prematuro. Desde InformateSalta queremos homenajear a estos pequeños que por distintas causas deciden llegar antes de tiempo librando mil batallas para quedarse.

Sociedad 17/11/2018 Mariángeles Quinteros
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Felipe

Con tan solo 30 semanas de embarazo Mariana Obelar tuvo que interrumpirlo producto de la preeclampsia que se le despertó luego de llevar adelante un embarazo totalmente normal. Todo transcurrió  sin novedades ya que incluso se fue de vacaciones y abordó aviones. Pero a fines de febrero su presión arterial empezó a dispararse.

“Un jueves fui a control y tenía la presión un poquito alta, el médico me dice contrólate dos veces al día, el viernes me fui a controlar la presión y la tenía más alta todavía, me mando a hacer reposo, el sábado seguía igual y me dice mañana domingo vas tempranito a la clínica y te internas. Fue así que entre a la guardia con una presión de 17, directo a terapia intensiva con preeclampsia severa y ahí me dijeron que había que interrumpir el embarazo, el bebé estaba sufriendo mucho y yo también, corría riesgo de que me dé una eclampsia”.

A partir de ahí todo lo que se venía planeando e idealizando en la vida de Mariana y de su marido se derrumbó. El 8 de marzo, nació Felipe por cesárea con solo 30 semanas, nació con 1 kilo 174 gramos y agradece que él tuviera la posibilidad de quedar hospitalizado en una sala de Neo preparada y de tecnología, sumada a la calidad médica y de los enfermeros que la acompañaron.

“Felipe recibía alimentación parenteral, era muy chiquito, tenía la presión inestable, su presión era muy bajita, tenía drogas para el corazón, no lo podían estabilizar, estaba con respirador traqueal desde que nació, muchos bebés nacen prematuros, nacer prematuro es a veces solo prematuro, pero detrás de eso muchas veces hay otras complicaciones, de todos los bebés que había el único complicadito era Felipe”.

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Con una semana de vida, hizo una sepsis por el estómago perforado que le exigió una operación sumamente complicada de la cual, a pesar de la ayuna de varios días, que lo llevó a bajar su peso a 960 gramos, pudo sobreponerse.

“Tenían que sacarle todos los órganos, limpiarle y sacarle el meconio y suturar los agujeritos y ahí entra en un ayuno, llegó a pesar 960 gramos. Yo quería que mi hijo viviera y no que sobreviviera.” recuerda.

Luego de una semanas de aquella intervención tan compleja, llegó el momento más duro: “hace una descompensación total, descompensación cardiopulmonar, parocardíaco, hemorragias cerebrales, convulsiones, todo, lo reanimaron, le pusieron un montón de drogas, lo volvieron, lo pasaron a un respirador de “alta frecuencia, que es traqueal pero le hace vibrar todo el pecho para que no haya absolutamente ningún esfuerzo por parte de él, estaba al 100%, era lo máximo que podía llegar a tener”.

Ante este panorama tan desalentador, los médicos nos dijeron que no había nada más por hacer, solo había que esperar “no hay nada para hacer, vayan a la casa a esperar, esperar que se muera, la realidad era bastante complicada”.

En ese momento, Mariana pensó “yo no lo retengo más, porque capaz yo lo estoy reteniendo y me acerque a su incubadora y le dije que si se tenía que ir que se vaya que yo había sido muy feliz con él y que ya está, que yo no quería que sufra y bueno que si se tenía que ir que se vaya y que nosotros íbamos a estar con él ahí hasta el final, hasta que el decidiera”.

Algo esperanzada, pero con el corazón roto buscó a través de amigos, familiares que se hiciera una cadena de oración para su hijo para que sucediera un Milagro.

“Le pedía a todas las personas que me estaban acompañando que oren, que oren por el milagro de que me hijo viviera, yo no quería que sobreviva a costa de un respirador, yo quería que viva”.

Y la oración llegó, un día Felipe empezó a mejorar lentamente y cada vez fue mejor hasta que un día empezó primero por tomar en pequeñas dosis su leche materna a través de una bomba, luego el día de pascuas le retiraron el respirador, que fue remplazado por otro sistema y luego por otro menos complejo y sus ecografías cerebrales que controlaban el daño de las hemorragias empezaron a estar mejor.

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Llegó el momento de cargarlo por primera vez

Cuando le sacaron el respirador ella pudo alzarlo por primera vez y la emoción fue inmensa, en ese momento pesaba algo más de un kilo y se implementó el sistema Canguro, que consistía en tenerlo dentro de su remera, pero aún faltaba que regule su temperatura corporal.

“Hasta ese momento nunca lo habíamos escuchado llorar, ni estornudar ni nada porque estaba con el respirador".

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Se acercaba el momento de irse a casa

Aún con oxígeno, los médicos empezaron a prepararlo para que se fuera a casa con un módulo de internación. Para ello debía regular la temperatura corporal, le empezaron a dar mamadera, 10 ml, debía hacer ocho tomas diarias, que las fue consiguiendo progresivamente, así subió de peso.  Luego se le retiró el oxígeno, y finalmente se puede ir a su casa el 14 de Junio, donde continúa con internación domiciliaria hasta el 31 de diciembre, con 12 horas de enfermería. Además recibe rehabilitación porque necesita estimulación para disminuir el riesgo de posibles secuelas.

Actualmente, Felipe con ocho meses cronológicamente pero cinco teniendo en cuenta la fecha en que debía nacer se muestra como un niño normal para ese tiempo y no muestra ninguna secuela, responde a todo estímulo.

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“Vos lo ves y nunca pensarías que ha pasado todo lo que ha pasado, él se sienta solo, si lo sostenes se para, mira, sonríe, se ríe a carcajada, se hace entender lo que quiere o no. Come, agarra la cuchara... Apele a lo único que me quedaba: mi Fe en Dios y el apoyo en toda esa gente. Gente de muchos lados, de todas las religiones, evangelistas, budistas, reiki. Creo que el amor lo salvó a Feli".

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