De Suiza a La Poma: La historia de una familia que eligió Salta para estudiar plantas medicinales

Mónica y Oscar pronto cumplirán un año viviendo en suelo salteño, junto a sus hijos. Ella, como médica y él como biólogo y docente, hallaron su punto de encuentro en las plantas medicinales de la Puna, motivo que los trajo a nuestras tierras desde lo más recóndito de los Alpes Suizos.

Sociedad 15/04/2019 Noelia Pandolfi Noelia Pandolfi
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A 10.900 km de nuestra ciudad,  escondida en el corazón de los Alpes, se encuentra la comuna suiza de Lostallo, hogar de Mónica y Oscar y lugar donde comenzó a gestarse el proyecto que traería a este matrimonio de aventureros a la Puna salteña. 

Mónica es médica familiar, mientras que su esposo Oscar es biólogo y se desempeña como docente en un bachiller en el Cantón de Tesino, también en Suiza. Juntos formaron una familia que se ve completada con Oliver, de 4 años y Claudia, de 7. 

El lugar de donde vienen, Lostallo, cuenta con una ínfima población, al igual que los asentamientos cercanos. Se estima, como ellos mismos indican, que son “menos de 10 mil personas contando pueblos aledaños”. La vida en esta pequeña comuna es notoriamente diferente a lo que esta familia fue descubriendo al asentarse en Salta. 

El comienzo de la aventura 

Se dice que las ideas son como semillas y en este caso, un deseo germinó entre Mónica y Oscar al pensar en abandonar la rutina a cambio de algún proyecto que le pareciese interesante a ambos. Si de antecedentes se trata, Mónica ya conocía nuestro país gracias a un viaje que realizó por Argentina y otros países sudamericanos en 2004 y es quien toma la posta al dialogar con nosotros: “Queríamos tomarnos un año sabático. Yo siempre siempre fui muy curiosa y anduve por muchos lugares. Convencí a Oscar y pensamos un proyecto que nos pudiera integrar”, explica. 

Así fue como la búsqueda los llevó a contactarse con el Museo de Antropología de nuestra ciudad. A partir de su gestión, se pusieron en diálogo con profesionales salteños que fueron presentándoles el apasionante mundo de las plantas medicinales de nuestra zona. En ese momento, la intención de hallar un punto de encuentro se había concretado: “Viendo el trabajo de hizo la Dra. Valeria Oliva sobre plantas medicinales, vimos que en Salta se usaban muchos yuyos. Ahí surgió la idea de complementar la medicina tradicional con la alternativa”, explica Oscar. 

El camino era claro: ella, como doctora, y él como biólogo, estudiando los usos de las plantas medicinales, desentramando la fitoterapia andina y conociendo de lleno el terreno de la medicina alternativa.

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A medida que avanzaron en su planeamiento, Oscar y Mónica fueron conociendo a nuevas personas que le confirmaban la viabilidad de su proyecto. “Después de descartar muchos lugares, elegimos el departamento de La Poma. Nos contactamos con una médica que estaba allí, luego con el hospital y también con gente de la UNSa. La decisión ya estaba tomada”, explica Oscar, a lo que añade: “Yo me sentía más seguro con el castellano, el proyecto que nos ofrecieron era interesante, y la ciudad es tranquila, bonita y segura, ideal para que los niños puedan estar escolarizados, más allá de la fascinación por los Andes, ya que en Europa se los ve como algo mitológico. Se dieron todos los factores que ayudaron para elegir el destino”. 

Dejar lo propio para empezar en un nuevo lugar 

Fue la helada jornada del 13 de julio del 2017 cuando Oscar y Mónica llegaron a Salta, en compañía de sus dos hijos, Oliver y Claudia. Los pequeños se sumaron a la aventura propuesta por sus padres, aunque no fue nada fácil adaptarse a un país con un idioma desconocido, abandonando amistades, familiares y un estilo de vida radicalmente diferente. 

Alquilaron un departamento, anotaron a sus hijos en un colegio bilingüe donde se imparte italiano y poco a poco fueron amoldándose a su nueva vida en Salta, que incluía escapadas a La Poma y a Cobres, ya que los niños acompañaron a sus padres en cada paso del proceso. 

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Al dialogar con Mónica y Oscar el contraste cultural salta a la vista desde un primer momento. Entre las sorpresas que se llevaron, cuentan la dificultad para conseguir alimentos orgánicos, o el excesivo consumo de bebidas gaseosas, o la poca ingesta de frutas en las meriendas escolares. 

Ya instalados en nuestra ciudad, comenzó a desarrollarse el proyecto que les permitiría escribir el libro que recopila sus experiencias y conclusiones. “La idea era hacer un estudio etnobotánico y hablar con la gente. Como desde el hospital les avisaron a los habitantes de nuestra visita, nos esperaron con las puertas abiertas; pero desde las primeras veces empezamos a ver esta cuestión de la magia, de las enfermedades mágicas, como la aicadura, el susto, el empacho. En ese momento Sandra Rodríguez, antropóloga del museo nos ayudó con antropología médica”, explica Oscar en torno a aquellos primeros pasos en la investigación que incursionaron. 

Enfermedades mágicas y la eficacia simbólica 

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Culturalmente Salta cuenta con un amplio repertorio de creencias y costumbres que resultan atrapantes y atrayentes para quienes las conocen. En diversos puntos de nuestro territorio salteño, la lógica le cede terreno a la magia y así es como se transmiten rituales y saberes ancestrales. Este fascinante mundo se abrió ante Mónica y Claudio cuando fueron involucrándose con su proyecto. 

“Hace años, cuando la medicina oficial no llegaba a la Puna o a los Valles, la gente se curaba con sus conocimientos, con lo aprendido y con lo que el medio le facilitaba. Sería una lástima que la medicina oficial llegue, arrase y tape todo lo que hay. Es un conocimiento al fin y al cabo, no riguroso ni científico, pero es un conocimiento”, sintetiza Oscar dándole valor a su objeto de estudio. 

Así como reconoce el biólogo y docente, tanto en La Poma como en Cobres, se usan plantas medicinales diferentes, ya que éste último se encuentra en un lugar más aislado, sin asistencia sanitaria ni infraestructura. “En Cobres no hay hospital, hay un reten con enfermeras. Ahí, la relación con los yuyos y la magia es más intensa. Los jóvenes saben más de plantas, hay curanderos y son de aspecto evidente”, aporta el biólogo catalán. Haciendo uso de sus conocimientos, el profesional explica que La Puna a pesar de ser desértica, tiene mucha vida escondida, y como dicen los lugareños “mientras más arriba crece la planta, más fuerte es”. 

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A medida que avanzaban en su investigación, Oscar y Mónica fueron conociendo un mundo nuevo de curas mágicas y rituales. “Descubrimos lo que es la eficacia simbólica. El poder de la palabra, la confianza, el poder de la mente”, enfatiza Mónica. Para la doctora suiza es importante que haya una relación entre la medicina tradicional y la ancestral: “Lo importante es que la persona viva sana, complementando los dos conocimientos. Cuando uno se siente mal no distingue, quiere curarse”

Desde infusiones de muña muña o jarrilla, a ungüentos de coca y aloe, Oscar y Mónica fueron cargando sus valijas con grandes historias de doctores y curanderos, de morteros plagados de ingredientes y combinaciones mágicas. Mientras que al ser consultados en torno a la efectividad de estas prácticas, nuestros aventureros reconocen que la gente logra curarse. 

Un libro que sintetiza un año de experiencias 

A partir de estos meses de investigación, entrevistas y sorpresas surge el libro “Plantas que hablan, plantas que curan”, que según sus creadores, no es solo un libro de plantas medicinales, sino que se enriquece, además con conocimientos del área antropológica: “Es un pequeño estudio con la relación que hay entre la gente de La Poma y Cobres con sus plantas medicinas, la salud y el territorio. La salud a partir de lo fisiológico y científico y ésta medicina ancestral, mágica, que parece que se está perdiendo pero todavía hay un sustrato importante de la gente que la elige”, afirma Mónica. 

 

Sobre el destino de este ejemplar, Oscar aporta que su deseo desde el principio es que el libro quede para la gente. Su intención es dejar ejemplares en bibliotecas y escuelas de la zona, como así también en el Museo de Antropología y la Secretaría de Cultura. “Es un conocimiento que no es nuestro, es de la gente de allí, siendo así era justo que se quedase para las instituciones que nos acompañaron. Como conclusión, la gente conoce muchas plantas y las usan más de lo que uno puede imaginar, desde remedios fisiológicos, pomadas, y aspectos mágicos”, sintetiza Oscar. 

Dentro de las cosas que se llevan Mónica y Oscar, más allá de su experiencia investigativa, ambos resaltan la importancia de haberse animado a vivir un año afuera, con sus hijos. “Es algo que enriquece mucho”, coinciden.

Como corolario de este viaje, los autores de esta investigación presentarán su libro a principios de junio, ya que el 24 de ese mes armarán nuevamente sus valijas para retornar a Suiza, dándole cierre a esta historia de plantas que hablan y plantas que curan.

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