


Qué tener en cuenta para ahorrar en 2025: Los consejos de un economista para el segundo semestre del año
Economía09/08/2025
En un contexto de cambios bruscos en la economía argentina, el concepto de ahorro atraviesa una redefinición profunda. Ahorrar representa para algunos una disciplina cotidiana y, para otros, una meta esquiva. Durante años, los hábitos financieros de los hogares se moldearon a partir de un escenario inflacionario crónico, que obligaba a estrategias creativas para proteger el poder adquisitivo. Sin embargo, en 2025 las reglas del juego han cambiado.
El reconocido economista Alberto Bressan, analiza cuales son las posibilidades reales de ahorro para la Argentina de la segunda mitad de año. Hablar del “argentino promedio” resulta complejo en un país marcado por una creciente desigualdad y una clase media en retroceso. Aun así, se pueden identificar tendencias generales que influyen en la capacidad de ahorro de los hogares.

En los últimos meses, la reducción drástica de la inflación —lograda a costa de una profunda recesión— ha modificado sustancialmente las estrategias tradicionales. Lo que antes funcionaba como resguardo o mecanismo de anticipación frente a los aumentos de precios, hoy ha perdido eficacia.
El economista lo resume así: “El principal desafío de estos meses es, primero, lograr tener el excedente para ahorrar. Llegado a eso, la clave es pensar qué tipo de consumo podemos hacer para que, cuando adelantemos compras, nos cuesten menos. El problema es que durante muchos años nos acostumbramos a no hacer ahorro real, sino a adelantar consumo”.
Plazo fijo y dólar: de refugio a resguardo limitado
Históricamente, el plazo fijo fue una de las opciones más utilizadas por los ahorristas. No obstante, en 2025, la baja de las tasas de interés lo ha convertido en un instrumento más cercano a una “caja de seguridad” que a una inversión rentable. Su principal utilidad radica en evitar el gasto impulsivo y separar fondos que no se necesitan de forma inmediata, pero ya no genera rendimientos significativos.
“Hoy no hay grandes oportunidades con buenas tasas. No hay grandes paquetes ni inversiones clásicas donde alguien pueda decir ‘metete acá’. En un contexto de dólar planchado, nadie recomendaría invertir esperando un salto abrupto”.
En su visión, el dólar mantiene su valor como reserva, pero ya no es sinónimo de multiplicar el capital. “Por más que se diga que el dólar pierde, sigue siendo una gran reserva de valor. Cumple con el atributo básico del ahorro, que es no perder capacidad adquisitiva en el futuro”, subraya.
El fin del “stockeo” como estrategia
Durante la etapa de inflación alta, la compra anticipada y en grandes cantidades de bienes no perecederos —detergente, arroz, conservas— se consolidó como un método de ahorro. La lógica era sencilla: adquirir hoy a precios más bajos para evitar los incrementos futuros. Con la inflación en niveles más bajos, esta práctica perdió sentido. Inmovilizar capital en productos que pueden adquirirse según necesidad no genera un beneficio económico real y puede incluso implicar un costo de oportunidad.

Bressan lo explica claramente: “Ante la estabilidad de precios, ya no es la forma de ahorrar. Todo lo contrario: el acaparamiento implica un costo de inmovilización de capital y de uso del espacio. Si voy a poder comprar al mismo precio dentro de tres meses, o incluso más barato, no tiene sentido poner el capital ahí”.
El nuevo enfoque: control del gasto
La principal transformación de este semestre radica en que ahorrar ya no consiste en encontrar una inversión que multiplique el dinero, sino en impedir que se diluya en gastos prescindibles. Esto implica un cambio de mentalidad: mayor conciencia sobre el destino de cada peso y revisión de hábitos de consumo.
Según el economista, uno se sorprendería revisando el resumen de su tarjeta de crédito, y descubriendo la cantidad de “gastos hormiga” (es decir, de bajo costo pero en gran cantidad) que terminan repercutiendo en la baja o casi nula posibilidad de ahorrar que hoy tienen muchos argentinos. Revisar estos gastos, ordenarlos para ser concientes de ellos y reducirlos en la medida de lo posible, nos podría dar mayores ganancias que una inversión en si misma.
Entre las medidas más efectivas se encuentran:
Revisión de suscripciones: Dar de baja plataformas y servicios que no se utilicen regularmente.
Planificación de comidas: Reducir la frecuencia de salidas a comer fuera para optimizar el gasto en alimentación.
Control de compras impulsivas en línea: Evitar adquisiciones motivadas por promociones temporales que no responden a necesidades reales.
Búsqueda de alternativas más económicas: Comparar precios, evaluar marcas menos conocidas y aprovechar promociones.
Registro detallado de gastos: Llevar un control exhaustivo de las erogaciones permite identificar áreas de ajuste.
Riesgo y expectativas realistas

El especialista también advierte sobre los límites del contexto actual: “En inversiones de bajo riesgo, la ganancia es baja. Un plazo fijo hoy apenas mantiene el valor, no lo multiplica. No es un escenario para obtener rendimientos extraordinarios, salvo en contextos de crisis donde el riesgo es mayor”.
Agrega que, si bien existen inversiones más arriesgadas como criptomonedas o trading, “el riesgo juega para los dos lados: así como se puede ganar, también se puede perder”.
Para quienes disponen de un excedente mensual, Bressan recomienda claridad en el objetivo: “Si el ahorro es para usarlo pronto, conviene algo líquido y seguro. Si es para buscar rendimiento, hay que entender que hoy no habrá multiplicación sustancial del capital. El contexto no permite decisiones que nos den mucho más que a nuestro vecino”.
El ahorro como disciplina
En definitiva, el ahorro en 2025 se sostiene menos en la búsqueda de instrumentos financieros de alto rendimiento y más en la administración eficiente de los recursos. El desafío es doble: preservar el capital y, al mismo tiempo, encontrar formas de reducir gastos o generar ingresos adicionales.
Como concluye Bressan: “La única manera de generar riqueza de forma sostenida es a través de un emprendimiento o una empresa. Las finanzas pueden preservar y, en algunos casos, incrementar el capital, pero no en el corto plazo ni de manera extraordinaria”.
En un escenario estable pero de bajo dinamismo, la disciplina y la prudencia se consolidan como las principales herramientas para quienes buscan sostener su bienestar financiero a largo plazo.









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