



Un día como hoy, pero del 2017 el ARA San Juan dejó de comunicarse con las bases argentinas lo que desplegó un operativo de búsqueda y rescate que culminó sin poder encontrar sobrevivientes. La tragedia marcó la historia de la tradición naval argentina y la vida de las familias de los 44 tripulantes.
Entre los valientes que conformaban la tripulación se encontraban algunos salteños, ellos fueron; Ramiro Arjona, Roberto Medina, Jorge Valdez, Víctor Enríquez, Sergio Cuellar, Luis Nolasco y Cristian Ibáñez.
La tragedia
A continuación se repasa parte del trabajo "Navigation and history of science: The submarine ARA San Juan" de Ignacio Jáuregui-Lobera del Instituto de Ciencias de la Conducta y Universidad Pablo de Olavide de Sevilla, España.
Tras zarpar el 13 de noviembre todo debía ir bien. El día 15, el Capitán Pedro Martín Fernández, comunicó un problema eléctrico a bordo, pero informó de que podía seguir la ruta sin problemas. No obstante, se le ordenó que abandonara sus actividades de patrullaje contra la pesca ilegal y pusiera rumbo a Mar del Plata. Ese mismo día, dio su última ubicación conocida.
Fue el 17 de noviembre cuando la Armada argentina comunicó que había perdido contacto con el ARA San Juan y comenzó la operación para localizar el submarino. Inicialmente se desplegaron dos corbetas, un destructor, un avión Tracker y un B-200 de vigilancia. Además, se aceptó la ayuda que pudieran ir brindando diferentes países.
Muchas han sido las investigaciones sobre la causa del desastre. Todo parece indicar a día de hoy que un fallo en una válvula de ventilación de las baterías de proa (llamada “Eco 19”) habría sido la causa de la implosión. La válvula se conecta con el snorkel y durante la navegación tiene que estar siempre cerrada por cuestiones de seguridad.
Nada es seguro, pero resulta altamente probable que dicho fallo (o un mal cierre de la misma) facilitara el filtrado del agua, que al caer sobre las baterías provocara un cortocircuito. El resultado podría haber sido una chispa que hiciera explosionar el hidrógeno acumulado en el submarino como consecuencia de la tormenta del 15 de noviembre. El aire que entraba por el snorkel alimentaba los motores diésel, recargaba baterías y renovaba el aire del interior.
Con la carga de las baterías se liberaba hidrógeno y por eso era necesario incorporar aire limpio para la tripulación. Sí sabemos que el 15 de noviembre se comunicó que habían salido a superficie tras el conato de incendio por un cortocircuito en las baterías de proa. Añadían que tras finalizar la carga de aire (realizada en superficie con el snorkel) volvían a inmersión, “a plano profundo”. Que entre agua por el snorkel no es un hecho excepcional, es algo normal y previsto. Para ello hay un tanque interno y una bomba de achique. Para que el agua de mar llegara a las baterías de proa, tuvo que haber circulado por el circuito de ventilación y atravesado la válvula Eco-19, que se encontraba diseñada, justamente, para frenar pequeñas cantidades de agua que pudieran circular por las tuberías, permitiendo su salida mediante un sistema de purga. El ARA San Juan no comunicó fallos en la válvula, ya que, de haberse comprobado tal fallo, el Comandante hubiera ordenado recargar las baterías navegando en superficie y no en inmersión.






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