Cómo elegir bebidas y colaciones para entrenar mejor

Salud27/11/2025
Bebidas y colaciones para entrenar mejor

La hidratación es uno de los factores más influyentes en el rendimiento físico, incluso en entrenamientos de intensidad moderada. Cuando el cuerpo pierde agua a través del sudor, también pierde minerales esenciales que cumplen un rol clave en la contracción muscular, la regulación térmica y la sensación general de energía. Si ese equilibrio no se recupera, el organismo empieza a mostrar señales claras: cansancio prematuro, mareos leves, falta de fuerza y disminución de la concentración.

Por qué la hidratación afecta el rendimiento

En los primeros minutos del ejercicio, la pérdida de líquidos no suele ser perceptible. Sin embargo, a medida que avanza la actividad, el organismo necesita liberar calor para sostener los movimientos. Esa regulación se hace principalmente a través de la sudoración. Si la reposición de agua no acompaña ese proceso, el cuerpo tiene que esforzarse más para mantener la temperatura interna, lo que deriva en una sensación de agotamiento más rápida.

La hidratación también influye directamente en la circulación y en la capacidad del cuerpo para llevar oxígeno a los músculos. Incluso una deshidratación leve puede afectar la coordinación y aumentar la percepción del esfuerzo. Por eso, la hidratación no solo es una cuestión fisiológica: también determina cómo se siente la actividad, qué tan cómoda resulta y cuánto se puede sostener el ritmo.

Por otro lado, el confort físico influye en el rendimiento. Entrenar con ropa adecuada facilita los movimientos, regula mejor la temperatura y evita molestias que pueden desviar la concentración. En este sentido, elegir indumentaria deportiva cómoda, liviana y respirable permite que el cuerpo se mantenga fresco durante la actividad y que la hidratación sea más eficiente.

Qué beber antes, durante y después del entrenamiento

El tipo de bebida ideal varía según el momento del entrenamiento y el nivel de intensidad. No es necesario recurrir a fórmulas complicadas, pero sí conviene entender qué necesita el cuerpo en cada etapa.

Antes de entrenar

La hidratación previa es clave para empezar el ejercicio en un punto equilibrado. Tomar uno o dos vasos de agua entre 30 y 60 minutos antes es suficiente para preparar el organismo sin sentir pesadez. No es recomendable beber grandes cantidades justo antes de iniciar la actividad, ya que puede generar malestar o sensación de hinchazón. Lo ideal es que el cuerpo llegue al entrenamiento con un nivel de líquidos estable, sin excesos ni déficit.

Para quienes entrenan temprano, un pequeño vaso de agua al despertarse suele ayudar a activar el sistema digestivo y compensar la deshidratación natural que ocurre durante la noche. En entrenamientos nocturnos, una hidratación progresiva durante la tarde permite llegar al gimnasio o a la actividad física sin sensación de sequedad.

Durante el entrenamiento

Entrenamiento

La hidratación durante la actividad depende principalmente de la duración y del tipo de entrenamiento. En sesiones de menos de 45 minutos, especialmente si son de intensidad moderada, el agua alcanza para mantenerse en equilibrio. Beber pequeños sorbos cada tanto ayuda a mantener la boca húmeda y sostener la energía sin interrupciones.

En entrenamientos más largos o más exigentes, como clases de alta intensidad, trabajos de fuerza prolongados o sesiones aeróbicas superiores a una hora, las bebidas isotónicas pueden ser una buena alternativa. Su combinación de agua, sales y carbohidratos favorece la reposición de minerales que se pierden con el sudor. No hace falta utilizarlas siempre: son útiles en días de calor, rutinas exigentes o cuando el cuerpo lo pide.

Escuchar las señales propias es fundamental. Si aparece sed persistente, fatiga anormal o piel muy seca, es probable que la hidratación no esté acompañando el esfuerzo.

Después del entrenamiento

La recuperación inicia en cuanto termina la actividad. En esta etapa, el objetivo es reponer el líquido perdido y ayudar al cuerpo a recuperarse. La mayoría de las personas puede hacerlo simplemente con agua, pero quienes entrenan en ambientes calurosos o realizan rutinas prolongadas pueden necesitar bebidas con electrolitos.

Beber lentamente durante la hora posterior al entrenamiento ayuda a estabilizar la temperatura interna y a reducir la sensación de cansancio. Una buena hidratación posterior también contribuye a disminuir la rigidez muscular en las horas siguientes.

Colaciones prácticas para sumar energía al entrenamiento

El rol de las colaciones es complementar la energía disponible antes o después del entrenamiento. No se trata de reemplazar comidas principales, sino de evitar entrenar con el estómago vacío o sin combustible suficiente para sostener el esfuerzo.

Antes del entrenamiento, conviene elegir opciones livianas, fáciles de digerir y que aporten carbohidratos de liberación rápida o media. Algunas alternativas prácticas incluyen frutas frescas, tostadas con crema de maní, yogures descremados, barritas simples o galletas integrales. Lo importante es evitar alimentos muy grasos o muy pesados que puedan generar malestar durante el movimiento.

Después del entrenamiento, conviene elegir colaciones que combinen carbohidratos y una pequeña porción de proteína para recuperar energía y favorecer la reparación muscular. Algunas opciones clásicas suelen ser: una banana o fruta fresca con un yogur, un sándwich simple de queso magro o jamón, un licuado de banana con leche, huevos duros con una tostada, una barrita de cereal con un yogur, o galletas de arroz con un poco de queso untable. Si la alimentación diaria es equilibrada, no es necesario recurrir a suplementos: con estas opciones cotidianas suele alcanzarse una buena recuperación.

Hábitos que mejoran la energía de forma sostenida

Mantener una buena relación con la hidratación y la alimentación implica desarrollar hábitos diarios, no solo prácticas aisladas durante el entrenamiento. Tomar agua con regularidad, llevar siempre una botella reutilizable o planificar colaciones simples para la semana son acciones que ayudan a sostener la energía de manera más pareja. Incluso pequeños cambios en la rutina pueden marcar una diferencia notable en cómo se siente el cuerpo al entrenar.

A medida que se incorpora el hábito, también se vuelve más fácil reconocer qué tipo de bebidas funcionan mejor en cada contexto, cuándo es necesario rehidratarse más y qué comidas resultan más cómodas antes de una sesión.

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