



En el marco de la mayor flexibilización que dispuso el Banco Central en las normas de encajes bancarios provocó una fuerte reducción de las tasas de interés. Esta medida se complementó con una restricción para que los fondos comunes inviertan en cauciones bursátiles (bajando del 30% al 20% de sus tenencias), obligándolos a volcar más dinero en el sistema financiero.
La primera reacción se vio en la tasa de plazos fijos, que tuvieron bajas significativas en los últimos días. Un banco de primera línea está pagando apenas 22% anual por colocaciones a 30 días. Esta reducción evidencia que ya no hay necesidad de salir a buscar pesos y, por otra parte, que la demanda de crédito sigue todavía en niveles bajos. Por lo tanto, las entidades no tienen demasiado apuro en salir a captar fondeo nuevo, al menos hasta que no reaparezcan público y empresa pidiendo financiamiento.
La mayoría de las entidades más grandes ofrece rendimientos que se ubican alrededor de 25% anual para plazos fijos a 30 días. Y los de segunda línea pagan un poco más, pero en todos los casos abajo del 30%.
De la misma forma, también se derrumbó el rendimiento de cuentas remuneradas que ofrecen algunos bancos y, sobre todo, billeteras virtuales. Esta alternativa funcionó muy bien en épocas de alta inflación: muchas fintechs la aprovecharon para captar usuarios. Sin embargo, en la medida que las tasas son más bajas, también se reduce el atractivo por transferir dinero a la vista que los bancos en general no remuneran.






























