"Me defendí. Nunca quise quitarle la vida a otro ser humano"
Uno de los casos que más repercusión tuvo en el 2013 fue la muerte de Javier Trogliero en Bº El Huaico. Por primera vez, y desde la Alcaldía donde se encuentra detenido, habló el imputado por el hecho
Policiales27/01/2014La noche del viernes 1 de junio de 2013, Mario Ariel Del Barco organizó en su vivienda de barrio El Huaico, una reunión de amigos para su despedida del país. Entre los invitados estaban Sebastián Guitián, Javier Trogliero Álvarez y Juan Carlos Gómez Paz.
En horas de la madrugada una acalorada discusión entre Juan Carlos Gómez Paz y Javier Trogliero Álvarez decretó el final de la reunión por pedido del propietario del inmueble –Mario Del Barco–.
Minutos después se producía otro altercado entre Gómez Paz y Javier Trogliero, afuera de la vivienda. Mientras Del Barco y Guitián acomodaban los vestigios de la pelea en el interior de la casa, los otros dos continuaron agrediéndose en la calle de la Manzana 528 A.
Por circunstancias que la Justicia trata de determinar, Javier Trogliero es herido y llevado de emergencia en código rojo, y a la altura del Shopping muere. Es revivido en el hospital, manteniéndose estable, pero finalmente fallece en el quirófano.
Por estos hechos quedaron detenidos Gómez Paz como autor material; Del Barco y Guitián como encubridores. Veinticinco días después recuperaron la libertad los dos últimos.
Actualmente Juan Carlos Gómez Paz espera el juicio oral y público detenido e incomunicado. El caso recorrió portales, matutinos, redes sociales y pegatinas pidiendo justicia, a lo largo de todo el 2013.
El único que había hablado con los medios había sido Mario Del Barco, y sin dudas el testimonio más esperado era el de Gómez Paz, detenido en la alcaldía de la ciudad.
Los hechos Frente a frente con el detenido comenzó el relato de lo que vivió esa noche. “Hasta ese momento la reunión se realizaba con total normalidad. El señor Trogliero sale del baño y me increpa, es decir que me provoca verbalmente. Luego de eso ya viene una agresión física en la cual me tira contra una mesa ratona. Caigo sobre esa mesa, el cae encima mío, en ese momento interceden Mario del Barco y Guitián. Nos separan. Guitián lo saca del lugar donde se realizaba la reunión, que era un quincho en el fondo de la casa. Después del quincho viene un patio. Lo saca al patio a Trogliero.
La verdad es que la actitud hasta ese momento era una… y bueno, cuando él sale del baño cambió totalmente. Desconozco el motivo por el cual él cambia de actitud.
Una vez en el patio, Guitián lo mantiene por no sé cuánto tiempo, aproximadamente unos 20 minutos, media hora, donde que él se quería zafar y volver a entrar. Mientras tanto Del Barco y yo levantábamos los vidrios y recogíamos botellas. Todo para irnos.
Hasta ese momento parecía un “berretín” como se dice, sin demasiada trascendencia, sin importancia. Hasta que en un momento él se escapa, se logra zafar de Guitián y entra al quincho. Cuando va hacia mí, intercede Del Barco. Él lo empuja –a Del Barco– y también le dice que lo iba a hacer sonar –en realidad dice “te voy a hacer cagar”– en ese momento Del Barco le dice a Guitián que lo saque de la casa. Guitián lo saca, yo voy saliendo por detrás, no muy cerca, un minuto después más o menos.
Una vez que salen, como mi auto era el único que quedaba, le digo que lo saquen, que se vayan unos 15 metros más adelante. Es decir que lo aleje de mi auto.
Salgo con los envases y abro el baúl. En ese momento sale Mario Del Barco conmigo, y Guitián seguía con Trogliero, más adelante de mi auto.
En ese momento pongo los envases en el baúl. Yo tenía un equipo de pesca, donde tenía una sevillana. Esa sevillana normalmente iba en un elástico. Yo antes de salir de mi casa había sacado la sevillana del elástico para poner un envase, con el objetivo de que no se chocaran entre si los envases. La cuestión es que la sevillana quedó ahí. Era totalmente visible en el baúl.
En ese momento yo me percato de que me faltan unos envases. Se va Del Barco a buscarlos y cuando miro lo veo a Guitian, que también se va. Después me entero de que él va a buscar unos cigarrillos.
En ese momento, yo con el baúl abierto, no veía para adelante, pero escucho ruido de tierra –la calle es de ripio– es decir de alguien que venía.
En ese momento aparece Trogliero acá –hace señas de proximidad– de golpe, de repente. Ahí es cuando cambia mi situación completamente.
Es decir, de un momento a otro cambia. Pasa a ser de un altercado sin mucha trascendencia (…) a ser una situación de peligro real, porque se me aparece él. Yo me corro para acá –señala con la derecha hacia atrás– y él, es como que intenta agarrar un envase que había dentro del baúl. En el recorrido, es como que le llama la atención el camuflado de la sevillana.
Entonces agarra la sevillana, cuando me hago para atrás veo que él la agarra. Entonces le agarro la mano. Con los dos brazos le tomo el brazo derecho. Todo esto es lo que yo declaro desde el primer día, siempre fue el mismo relato.
Mi intención no era quitarle la navaja, mi intención era tenerlo ahí hasta que salgan de nuevo Guitian y Del Barco. Pero yo hago fuerza y le quito la navaja. Después me entero de que él tenía mal la muñeca derecha. En ese momento no lo sabía.
Le saco la sevillana, él me pega un puntapié y una piña acá, –se señala la nuca– incluso yo digo que sus golpes eran defectuosos. Comienzo a retroceder con la navaja, él empieza a tirar golpes, pero eran golpes defectuosos. De la derecha de él, eran golpes defectuosos.
A partir de ese momento retrocedo, según la pericia –aclara– 23,8 metros desde mi auto hacia atrás, yo con la navaja en mi poder. En un momento pega una carrera y me alcanza, es decir me atropella.
Con la navaja en mi poder, con la mano derecha le pego, creyendo que lo había golpeado en la nariz, le había pegado en la frente. Luego lo que se vio en la autopsia es un golpe en la frente. Fue un golpe totalmente ineficaz porque no logro detenerlo. Fue como si le hubiera pegado a una estatua de bronce. Me vuelve a pegar, entonces vuelvo a retroceder.
Hasta ese momento yo no había accionado la navaja, no la había abierto. Si hay algo que yo siempre pienso, lo que recalco es que si yo le hubiese querido hacer daño, yo hubiese abierto la navaja, en vez de pegarle un golpe de puño lo hubiese lastimado como para matarlo. Yo golpeo y al ver que no funcionaba eso, es decir que no puedo repeler el ataque, sigo hacia atrás, cosa que las testigos ven.
Sigo retrocediendo y él vuelve a correr. En un momento dado me abraza –hace la seña alrededor de la nuca– entonces nos arrodillamos los dos. A partir de ahí cae, él encima de mí. No es que cae con los brazos encima de mi persona, sino que cae sobre el ripio. También caigo pero agarrado de él, no es un golpe de parado, sino que caemos de rodillas para atrás.
Cuando cae encima mío, pone su antebrazo derecho –explica con señas la mecánica del estrangulamiento sobre su cuello– y quiere meter su antebrazo sobre mi cuello.
La primera sensación fue de ahogo. Le agarro el brazo y bajo mi mentón para que no me pueda meter el antebrazo.
Comenzamos a forcejear, yo tratando con el brazo derecho de que no me meta el antebrazo con el brazo izquierdo.
Yo tenía la navaja acá, –hace gesto de distancia– todavía no la había abierto– entonces en ese forcejeo yo muevo el brazo. Ya no me comprimía la tráquea, me estaba comprimiendo acá –se señala el costado del cuello– y yo mantenía la navaja lejos.
El único intercambio de palabras que se da ahí, que se lo repito varias veces y que también escucha un vecino –con ese ya son cinco los testimonios– es cuando le digo “pará que tengo un hijo”. Lo insulto y le repito “pará que tengo un hijo”.
Lo que recuerdo es que cuando le digo eso, me dice: “Me importa un carajo que vos tengas un hijo”. Fue como que se me cruzó la imagen de mi hijo.
Mientras yo ya sentía en mi brazo la presión de él, que cada vez era más fuerte –Trogliero pesa 117 Kg. y Gómez Paz unos 72 kg. –
Ya era la tercera vez que hacía presión, siento la mano de él queriendo quitarme la navaja. Cuando intenta agarrarla es cuando yo instintivamente… porque no fue producto de una decisión sino de una reacción que yo pienso: “si le dejo la navaja soy hombre muerto”, por el grado de belicosidad que tenía. Estaba obstinado con el tema del ataque. Yo desconozco cuáles son los motivos de su reacción”.
Cadena 1: ¿Qué crees que le pasó, antes de entrar al baño y cuando sale del baño? Por qué hay un cambio muy drástico.
Gómez Paz: Tengo hipótesis nada más. Nosotros, mediante mi defensa, pedimos un examen toxicológico, –aclara que también lo pidió la fiscal– pero no se pudo lograr hasta el momento. Hay un cambio de vitalidad. Él entra al baño de una manera y sale totalmente agresivo.
Cadena 1: La relación que vos tenías con él ¿cómo fue hasta el momento de la pelea? ¿cómo era la relación entre ustedes dos?
Gómez Paz: Yo lo conocía hace unos seis años, pero de vista. Él era amigo de Mario del Barco y de otro amigo en común. Frecuentábamos más o menos los mismos lugares. Entonces yo lo veía pero eventualmente nos saludábamos de lejos.
No tenía ningún tipo de relación, es decir nunca nadie nos vio hablando. Y esa noche él no me saludó. Cuando llegamos me contestó con un insulto. En un momento de la noche yo pregunto por Marcelo y él dice una grosería…
Cadena 1: “…agáchate y conocélo”
Gómez Paz: Exactamente. Yo, es como que lo miro y él no me miró.
Cadena 1: ¿No había nada personal entre ustedes?
Gómez Paz: No. Absolutamente no. No había ningún tipo de relación.
Cadena 1: ¿No te habrá tenido algún tipo de celos, envidia o algo que haya pasado antes?
Gómez Paz: Después, hablando un poco con mi familia, con amigos, es como que si… que por ahí él… o sea no voy por el lado precisamente de saber qué es lo que él sentía, pero había momentos en los que él había estado con amigos y al cruzarme había dicho: “Ese fulano es un h. de p.”, refiriéndose a mí.
Es decir que a mí me da a entender que había una bronca de larga data que yo nunca me di cuenta y desconozco los motivos.
Cadena 1: ¿Nunca le preguntaste “qué te pasa conmigo”? ¿Jamás?
Gómez Paz: Es que una vez ocurrido el hecho, es como que ciertos amigos y conocidos me dijeron “Él ya te tenía bronca”, pero nunca me lo había mencionado antes.
Es decir nunca nadie pensó… yo todavía no puedo creerlo, me parece todo muy irracional, todo muy absurdo. Es decir, su agresión, que yo haya tenido que defenderme en algo que era mi vida o la suya.
No tengo dudas de que si yo no me defendía en ese momento… –piensa– de hecho cuando yo me defiendo, le doy los tres puntazos, porque en esta posición creo que lo voy a herir en el hombro, que lo hago como una intención intimidatoria, para que él cese su agresión.
Es decir, yo me defiendo, pero no para cometer un delito sino para que me suelte. Lo único que veía claro de él era su cara, su cuello. Es decir que si yo quería lastimarlo o lesionarlo de gravedad para mí lo más fácil hubiese sido accionar contra su cuello. Sin embargo yo trato de buscar lo más lejos posible de sus órganos vitales.
Cadena 1: Quisiste herirlo…
Gómez Paz: Exactamente. Yo quise herirlo para que él cese su agresión, pero jamás quitarle la vida o herirlo de gravedad. De todas formas las heridas que yo le provoco no le provocan la muerte inmediata. Son heridas de gravedad que después de toda una serie de cuestiones determinan su fallecimiento.
Quiero pedirle a la Justicia que investigue bien el caso, que sea un debido proceso, que se incorporen las pruebas que sean necesarias incorporar.
Mi intención nunca fue quitarle la vida a otro ser humano. Jamás tuve antecedentes de violencia, jamás tuve ni siquiera un altercado en las reuniones que tuvimos en 22 años.
Ni yo, ni mi familia tuvimos un altercado de violencia, esto fue algo totalmente inesperado de lo cual, para ese momento era él o yo.
Fue producto de una reacción, no de una decisión mía, no hubo absolutamente nada planeado. Todavía sigo confiando en la Justicia.
Periodista: Víctor Sacca - Cadena 1 FM 90.5 y Canal 6
Fuente: Cadena 1